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Estaciones de gimnasia al aire libre en Pekín y en Quito


 


Una de las cosas más fascinantes que ví en Pekín la primera vez que fui a China, en 2001, fueron los equipos de gimnasia instalados en espacios públicos: veredas, pasajes, parques, jardines, playas de estacionamiento, mercados, supermercados, paradas de buses. 

Las estaciones de gimnasia se usaban todo el día, desde temprano a la mañana. Estaban destinadas a las personas mayores y ellas eran, en efecto, los usuarios más regulares. Pero había gente de toda edad y condición. Las amas de casa dejaban sus bolsas en el piso mientras hacían ejercicio. Los hombres trajeados dejaban sus portafolios. Y los estudiantes, sus mochilas. Por supuesto, bicicletas por todo lado.

No ví - o entendí - ningún cartel sobre limite de tiempo de uso. Las personas dejaban las máquinas sin que nadie tuviera que pedírselo. En realidad, no ví a nadie supervisando el uso de las máquinas.

Algunas de las cuestiones que me fascinaron. 

- El foco sobre las personas mayores y sobre el ejercicio físico. 

- La democratización del ejercicio autónomo al aire libre. La gimnasia con aparatos como un servicio público, incorporado a la vida y a los quehaceres cotidianos.

- La confianza en la capacidad de la gente de usar los equipos de manera responsable, de cuidarlos, y de compartirlos con otros. 
Foto: El Comercio, Quito

Diez años después, en 2011, me alegró saber que el concepto estaba siendo adoptado en Quito. Decenas de parques estaban siendo acondicionados con "equipos de gimnasia inclusiva", como se los llamó (un nombre terrible, por cierto). 

En los últimos años, la idea se ha expandido en varias ciudades de América Latina. Internet está lleno de imágenes de equipos de gimnasia en parques, destinados a los adultos mayores y a personas de todas las edades. Adoptan toda clase de nombres ('parques biosaludables' uno de ellos, otro nombre espantoso). 

En 2013 visité uno de estos parques en Quito. Cuatro aparatos instalados en un barrio de clase media y personas mayores disfrutándolos. Hablé con algunas de ellas. Nunca habían usado un aparato de gimnasia.

Meses más tarde volví al parque. Quería escribir una nota. Encontré el lugar desmantelado. Una pareja joven me dijo que el equipo había durado pocas semanas. Algunos aparatos habían sido robados; otros se habían roto.
Foto: La Hora, Quito

Otros parques y equipos sufrieron una suerte parecida. Las autoridades municipales siempre han tenido dificultades para preservar los espacios y bienes públicos. La cultura ciudadana en Quito - y en el Ecuador en general - tiene muchos problemas. 

Las buenas ideas pueden importarse. La cultura - la cultura ciudadana - no. Debe construirse en cada lugar. ¿Cómo aprenden las personas a valorar y cuidar los espacios y los bienes públicos? ¿Qué clase de información, de educación, de ejemplo, se requieren en el hogar, en el sistema escolar, en los medios, en el trabajo, en el sistema político? 

Para saber más
Nueve máquinas para ejercitarse al aire libre, El Comercio, 11 agosto 2011
Parques se vuelven gimnasios, La Hora, 25 marzo 2012
68 parques de Quito ya tienen los gimnasios al aire libre, El Comercio, 19 junio 2012
400 equipos de gimnasia para 160 parques, Prensa Quito Alcaldía, 18 julio 2013
Roban equipos de gimnasia en tres parques de Quito, El Universo, 17 junio 2014

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El sistema escolar que conocemos hace mal a la salud





El sistema escolar que conocemos - el sistema educativo occidental heredado de los conquistadores - pertenece a otra época. No está pensado desde el punto de vista de los deseos, intereses, necesidades y bienestar de niños y jóvenes sino desde la perspectiva de la sociedad adulta: padres de familia, profesores, autoridades. Tampoco está pensando desde la perspectiva del aprendizaje; su foco está en la enseñanza.

Pedirle a este sistema escolar que asegure calidad y equidad, educación para todos, aprendizajes significativos, gusto por aprender, aprender a aprender, es pedirle peras al olmo. Mejorarlo no basta. Hay que darle vuelta. Necesitamos construir OTRAƎDUCACION, dentro y fuera de las aulas.


Por muchas razones, el sistema escolar convencional hace mal a la salud física y mental no solo de los alumnos sino también de los profesores y las familias. Repasamos aquí algunos temas: aprendizaje, actividad física, alimentación, autoestima, acoso (bullying), descanso, enfermedades, inseguridad, juego, sueño.

Aprendizaje


Claudius Ceccon
- En el sistema escolar se enseña mucho y se aprende poco. Niños, jóvenes y adultos pueden terminar la educación primaria e incluso la secundaria sin haber aprendido a leer y escribir comprensivamente.

- Lo usual es culpar del no-aprendizaje y del fracaso escolar a los estudiantes. Se diagnostica fácilmente dificultades de aprendizaje y se habla de crisis de aprendizaje antes que de crisis de la enseñanza y de crisis de los sistemas escolares.

- El sistema escolar es resistente al cambio. Mucho de lo que se enseña está desactualizado; el sistema es muy lento para incorporar los nuevos conocimientos y las nuevas posibilidades que se abren tanto para la enseñanza como para el aprendizaje.

- El conocimiento se presenta de manera fragmentada, organizado en asignaturas (y en profesores para cada asignatura) sin relación entre ellas.

- Aprender implica comprender y toma tiempo. No obstante, el currículo escolar está generalmente recargado, lo que convierte a la enseñanza en una carrera contra el tiempo. El enciclopedismo (querer enseñar todo) revela una histórica incomprensión de lo que es el aprendizaje y fomenta la memorización antes que la comprensión.

- El sistema escolar tiene problemas para reconocer y aceptar la diversidad (socio-económica, cultural, de género, etc.). Prefiere imaginar que los alumnos son iguales, que necesitan aprender lo mismo y al mismo ritmo, y ser evaluados del mismo modo. La homogeneización es la norma.

- El sistema escolar no sabe qué hacer con alumnos que no aprenden lo que se les enseña y en los ritmos esperados, por lo general alumnos de sectores pobres y en desventaja. Inventó para eso una 'solución' absurda, costosa e inútil, la repetición, la cual perjudica y estigmatiza a millones de estudiantes y desperdicia valiosos recursos que podrían utilizarse para mejorar y diversificar el aprendizaje dentro y fuera de las aulas. Repetir curso es una de las experiencias más traumáticas en la vida de una persona y a menudo un empujón para el abandono escolar.

Actividad física /movimiento

Son conocidos y cada vez mejor documentados los beneficios del ejercicio físico para la salud física y mental de las personas y los problemas que acarrea el sedentarismo, sobre todo si se cultiva desde la infancia. Los niños y jóvenes sedentarios son propensos a la obesidad y otros males. El ejercicio mejora no solo el estado de ánimo sino también la cognición, la capacidad para aprender. Además, el deporte enseña a trabajar en equipo, a comprender y seguir reglas, y ayuda a desarrollar valores y actitudes fundamentales como la cooperación, la sana competencia, la disciplina, la perseverancia.

Nada de esto tiene en cuenta una educación escolar basada en el inmovilismo. El asiento es tal vez el objeto que mejor representa al sistema escolar y estar sentado la postura preferida. Alumno-burócrata antes que alumno-aprendiz.

El sistema escolar (y toda la sociedad) asocia educación y aprendizaje con nalgas y con cabeza: nalga-asiento, cabeza-archivo. Estudiante se representa como persona sentada (el único parado es el profesor). Aula se asocia con filas de pupitres o de asentaderos alineados en el suelo. Escuela se asocia con construcción, paredes, rejas.

Nada de mens sana in corpore sano. Para la cultura escolar el cuerpo es asunto de otros. Alumnos y profesores cuentan como cabezas y son entrenados del cuello para arriba.

Andy Rementer. South Korea Education System Hurts Students
Niños y jóvenes son obligados a permanecer durante horas en asientos duros, incómodos, muchas veces destartalados, demasiado altos o demasiado bajos para su edad. Las malas posturas se inician en la infancia y traen problemas en la vida adulta. 

La Educación Física permite reconocer, mover y ejercitar el cuerpo. Pero Educación Física es una asignatura, no un modo de ser y de aprender en la escuela.

No hablamos pues solo de agregar horas de Educación Física al currículo escolar. Hablamos de reconocer la existencia del cuerpo, la necesidad del movimiento para el aprendizaje, a lo ancho del currículo. Demostrado está que la atención y la concentración se dan mejor no en el reposo sino en el movimiento.

La llegada de las TIC a la escuela reforzó el inmovilismo y el encierro. Los padres de familia que saben y pueden permitírselo prefieren más contacto con otros seres humanos y con la naturaleza y menos contacto con la pantalla. Los hijos de Sillicon Valley usan poco la computadora, el celular y el internet; van a una Escuela Waldorf con pizarra convencional, con mucho espacio verde, sin computadoras. Pero también hacen esta opción, cada vez más, personas, familias y grupos orientados por la empatía con los niños, la valoración del juego al aire libre y del trabajo manual, el ecologismo, el humanismo, el valor de lo comunitario, las pedagogías críticas y alternativas, el aprendizaje-servicio.

Si al sedentarismo escolar agregamos el familiar - niños y jóvenes prendidos a un televisor o a aparatos electrónicos - se entiende por qué crece a pasos agigantados la obesidad infantil en el mundo.

Alimentación

El desayuno es una comida importante para empezar el día. No obstante, dados los horarios escolares, muchos niños y jóvenes desayunan a las carreras, o no desayunan, porque el tiempo no alcanza, porque el sueño quita el hambre o porque la pobreza no permite desayunar. Llegar mal dormido, mal comido y cansado a la escuela no es una buena manera de empezar el día ni de prepararse para aprender.

La comida chatarra se ha enquistado en la vida escolar y es difícil combatir, como lo muestran países que ya prohiben su venta en kioskos y bares escolares. El negocio puede más; también la comodidad de los padres y las preferencias de niños y jóvenes expuestos cotidianamente a la publicidad.

Por otro lado, la comida que se ofrece en las escuelas a menudo no reúne las condiciones nutritivas o de higiene indispensables, ni tiene en cuenta los gustos de los alumnos. Mucha comida es comida con desgano o tirada a la basura tanto en planteles públicos como privados. La contribución escolar al impresionante desperdicio de comida en el mundo.

El buen comer implica no solo buena comida sino buenas condiciones para comerla. ¿Cuántos planteles cuentan con instalaciones adecuadas para preparar los alimentos y/o para comerlos? En muchas escuelas, las cocinas son espacios improvisados e insalubres. A falta de comedor, se come en las mismas aulas, sobre el pupitre, entre cuadernos y libros. O en corredores, gradas, patios. Y de prisa. ¿Quién puede desarrollar buenos hábitos alimenticios en estas condiciones?

Autoestima

Claudius Ceccon
El sistema escolar es campeón en demoler autoestimas, especialmente entre los más proclives a la baja autoestima: los niños, las mujeres, los grupos indígenas y subordinados en general, los con capacidades especiales, los tímidos, los sensibles, los pacíficos, los diferentes. Pocos son los que logran atenciones y distinciones. La mayoría está en falta, en deuda, en tensión.

Todos podemos aprender. No obstante, éste no es el mensaje que transmite el sistema escolar. Al contrario: crea desconfianza en las propias capacidades, miedo a no cumplir con las expectativas, disposición al fracaso.

El castigo - hobby escolar (y familiar) - es enemigo de la autoesima. Si no es el castigo físico - todavía extendido - es el moral, ese que ridiculiza y humilla, y termina doliendo más.

Un atraso, un deber no hecho, una mala nota, una pregunta contestada fuera de tiempo, un 'performance' fallido en la pizarra, van sumando día a día al 'soy tonto', 'soy lento', 'no puedo aprender'. Las calificaciones se encargan de confirmar los peores diagnósticos y pronósticos. La onda expansiva llega al hogar y encuentra eco entre padres de familia dispuestos a aceptar el veredicto escolar sobre sus hijos e hijas.

Generaciones enteras de niños, adolescentes y jóvenes son dados por tontos, inútiles, ignorantes, incompetentes, a partir de pruebas y calificaciones que miden (muchas veces mal) una pequeña porción del currículo escolar. Todos son etiquetados: extra-edad, distraído, hiperactivo, con 'problemas de aprendizaje', desertor, repetidor, especial, nini ... El sistema escolar es especialista en identificar y señalar déficits antes que talentos. Triste para una institución que justamente está ahí - debería estar - para descubrir y desarrollar lo mejor de cada persona, en la mejor definición de educación, que es justamente aquella que se asocia al latín educere: sacar, sacar lo mejor, de adentro hacia afuera.

Pocas cosas más demoledoras e inútiles que la repetición escolar. Demoledora para la autoestima de los estudiantes, para su futuro y el de sus familias, y demoledora para los sistemas escolares, que tiran el dinero en esta falsa "solución". Los estudios abundan hace décadas; no obstante, los sistema escolares persisten en este absurdo pedagógico, administrativo y financiero.

¿Quién puede querer prolongar una experiencia que destroza sistemáticamente la autoestima? ¿Quién puede asombrarse de que tantos, al llegar a la adolescencia, decidan renunciar? Fácil es atribuir la 'deserción' a cuestiones de pobreza o de pereza. Fácil asociar al 'desertor' con perdedor.

Acoso escolar (bullying)

El acoso escolar o bullying ha estado siempre ahí pero va en ascenso y se vuelve más visible y letal. Las estadísticas - los que denuncian, los que son objeto de mofa pública, los que se suicidan, los  asesinados - alarman en todo el mundo, así como la creciente crueldad y corta edad de los acosadores. Las estadísticas globales indican que 1 de cada 3 estudiantes es víctima de acoso.

El bullying hace noticia todos los días en diarios locales, nacionales e internacionales. Hay países en los que ya es una de las primeras causas de suicidio, sobre todo entre los adolescentes y crecientemente entre los niños. Para las millones de víctimas de acoso escolar el largo receso ocasionado por la pandemia en 2020-2021 fue sin duda motivo de alivio antes que de pérdida.

No solo los alumnos; también los profesores son víctimas de bullying, por parte de sus alumnos, de padres de familia o de colegas. También aquí hay casos de suicidio y asesinato. El mundo reacciona con horror, hasta el siguiente caso.

¿Quién puede querer enviar a sus hijos a un lugar donde el maltrato ya no está solo en el carnet habilitante de los profesores sino también de los alumnos, de los propios amigos y compañeros de clase?

Se multiplican campañas y planes locales y nacionales para controlar el bullying. Pocos son eficaces. La mayoría no acaba siquiera de entender las razones, la complejidad y la magnitud del problema.

Descanso

La obsesión con aumentar el tiempo escolar es mucho mayor que los intentos por hacer mejor uso del existente. Pocos parecen comprender que una extensa jornada escolar implica necesidad de descanso. Para alumnos y para profesores. Y la necesidad, por ende, de tiempos y espacios para descansar durante la propia jornada escolar.

Solo a los niños pequeños, pre-escolarizados, se les concede la necesidad del descanso y de los artefactos y condiciones necesarios para ello (silencio, colchones, colchonetas, almohadones, etc.) 

La sala de profesores, si la hay, es a menudo un lugar feo, inhóspito, inamistoso. No solo para estudiar y trabajar sino para descansar, para permitir esa breve siesta reparadora que hoy se recomienda como esencial para la salud de las personas, niños y adultos.

En Finlandia, la escolarización empieza a los 7 años de edad. El año escolar es uno de los más cortos y los recreos son más largos que en el resto de Europa. Se estimula a los alumnos a salir afuera en los recreos, de modo que se muevan, cambien de ambiente y regresen re-energizados. Espacios y tiempos escolares están pensados tanto desde la necesidad del trabajo y del juego como del descanso. Los finlandeses son expertos en aprendizaje escolar.

Enfermedades 

La experiencia escolar es una experiencia de estrés, angustia y miedo para millones de estudiantes de todas las edades y clases sociales. Nada más estresante que la situación de examen. En vez de buscar paliativos psicológicos y médicos a la salud mental, hoy en el centro de la atención mundial, bajar los niveles de estrés que ocasiona el sistema escolar, y los exámenes específicamente, sería una medida fundamental y efectiva.

Millones de planteles escolares carecen de condiciones básicas de salubridad como agua potable, servicios higiénicos, alcantarillado, iluminación y temperatura adecuadas. Hay ruido, hacinamiento, desaseo, basura. En zonas rurales y urbanas, en países 'en desarrollo' y también en muchos 'desarrollados'.

En Estados Unidos, una encuesta nacional a enfermeras escolares encontró que 40% sabía que los niños y el personal estaban afectados por problemas de calidad del aire. Una tercera parte o más de las escuelas tenían polvo y otros problemas que provocan tos, dolores de cabeza y enfermedades respiratorias. El asma es la enfermedad crónica número uno responsable de las ausencias de los alumnos y su incidencia sigue creciendo. Se estima que 1 de cada 10 niños escolares en EE.UU. tiene asma. Sube el número de padres de familia que retira a sus hijos de la escuela y los educan en casa.

La distancia y el difícil accesso a la escuela obliga a muchos niños a largas caminatas o incluso a riesgosas aventuras cotidianas (cruce de puentes, precipicios, ríos, etc.) en el campo y en zonas apartadas, y en condiciones climáticas adversas, o bien a mucho tiempo de transporte escolar, en las ciudades.

Nunca faltan los casos de intoxicaciones debido a comida en mal estado.

El peso excesivo de las mochilas escolares que cargan los niños todos los días es tema de preocupación mundial, causa de frecuentes dolores de espalda entre los estudiantes.

Miedo
y estrés son parte de la experiencia escolar que producen la competencia, los deberes, las evaluaciones, las pruebas, las calificaciones, los premios y castigos. Estudios indican que la miopía avanza a medida que avanzan los años de escolaridad y el estudio, así como el uso de las pantallas.

Los maestros desarrollan a su vez una serie de enfermedades vinculadas al oficio, que ya se consideran enfermedades laborales, como várices, problemas de voz, estrés, burnout. Enfermedades que reflejan el "dictar clase" como matriz de los viejos métodos de enseñanza, y las cada vez más demandantes y complejas condiciones del mal remunerado y mal valorado trabajo docente.

Padres - y sobre todo madres - de familia padecen a la par de sus hijos los rigores y el estrés de la cultura escolar: los madrugones, las carreras, el ritual de los uniformes, el martirio de los deberes, la tensión de los exámenes, la angustia sin fin del bullying, el miedo a la autoridad y a la lógica escolar.

Inseguridad
 
Uno de los grandes problemas del mundo contemporáneo es la inseguridad, la creciente violencia en la sociedad, en la familia, en el sistema escolar.

Son más bien excepcionales los países, ciudades, planteles y sistemas escolares en los que los alumnos llegan a pie o en bicicleta a la escuela. La inseguridad y la violencia en las calles refuerzan los cuidados y los miedos de padres y madres de familia. Jugar en la calle, jugar al aire libre, quedó en el pasado y se recuerda con nostalgia en muchos entornos urbanos. El juego ha ido quedando cada vez más como una actividad vigilada y puertas adentro.

La violencia ha entrado en la escuela, con todo el menú de males que ofrece cada sociedad: maltrato, bullying, drogas, abuso sexual, crimen. Morir a mano de estudiantes armados ya es posible y los episodios se repiten, sobre todo en países 'desarrollados'. El control de armas es ya parte de la rutina escolar en Estados Unidos y otros países.

Accidentes en transportes escolares sin supervisión adecuada, y casos de pedofilia y violación en pre-escolares, escuelas y colegios, son noticia diariamente.

El uso de celulares, laptops y tabletas es un nuevo flanco de la inseguridad escolar y de la vulnerabilidad de los alumnos de todas las edades. Quienes recomiendan, entusiastas, la entrada de toda clase de artefactos electrónicos a la escuela, muchas veces no tienen en cuenta los riesgos que esto tiene para los alumnos. El robo de celulares, muchas veces con asalto, es hoy una de las principales fuentes de inseguridad infantil y juvenil en muchos países 'en desarrollo'.

Atrás quedaron los tiempos en que las familias enviaban a sus hijos a la escuela confiando en que allí estarían a salvo. Hoy saben que no es así, ni en planteles públicos ni en privados. La escuela cercana al hogar se valora más que nunca. La seguridad ha pasado a ser factor clave en la definición de la buena o mala escuela.

Juego

El juego es un derecho de la infancia y un poderoso motor de aprendizajes. El juego organiza la vida y la actividad de los niños (vale recordar que la definición de 'niño' va hasta los 18 años de edad).

Jugar aprendiendo es el principal y el mejor modo de aprender. Dentro y fuera de la escuela.

No obstante, el sistema escolar se lleva mal con el juego. Estudiar y jugar, y hasta aprender y jugar, pueden verse como incompatibles. Jugar es actividad reservada para los recreos. Aprender es lo que se hace en el aula. Y todos parecen empeñados en meter a los niños cuanto antes a las aulas, en acortar la 'etapa del juego' y entrar de lleno a la 'etapa del estudio'.

Porque solo a los niños pequeños, y hasta el pre-escolar, se les concede oficialmente la necesidad de jugar. Un año más tarde, a ese niño se lo sienta y se le prohibe jugar: ha entrado a primer grado. 

El prototipo del 'buen alumno' sigue siendo el alumno sentado, quieto, silente. El inquieto, el curioso, el preguntón, es el indisciplinado, el 'mal alumno'.

Pobre del profesor o profesora que juega y que alienta el juego. Se expone a arengas y llamados de atención no solo por parte de los directivos sino de los padres de familia. Típicos 'vagos' que se escudan en el valor pedagógico del juego para no trabajar, para no enseñar.

Sueño 
School Starts Too Early
Conocemos hoy mejor que nunca la importancia del sueño para el buen funcionamiento del cuerpo y del cerebro. Dormir poco y dormir mal trae aparejados muchos problemas de salud y es un factor que contribuye, entre otros, a la agresividad y a la obesidad. Estudios muestran que muchos niños acosadores, que practican el bullying, son niños con déficit u otros trastornos de sueño. Dormir poco y dormir mal tiene un efecto muy negativo sobre el desarrollo y el desempeño intelectual, la cognición, la concentración, la atención, la memoria, el aprendizaje.

Los horarios escolares han estado siempre pensados desde las lógicas económicas y las dinámicas adultas de la sociedad, no desde las necesidades y dinámicas de niños y jóvenes, y mucho menos desde los requerimientos del aprendizaje.

Niños, adolescentes y jóvenes escolares se levantan con sueño, sin haber dormido lo suficiente.Y, claro, bostezan en clase. Los pobres y los ricos. Unos duermen poco y mal porque eso es parte del ser pobre, del hacinamiento, el hambre, la ausencia de un mínimo confort. Otros, porque están hasta altas horas de la noche con el televisor prendido, la consola de juegos, la computadora y el internet. Pocos duermen las 9 a 11 horas diarias que recomienda la Asociación Mundial de Medicina del Sueño.

También los profesores, y los padres y madres de familia, se levantan con sueño. La falta de sueño se considera ya un tema de salud pública a nivel mundial. Se estima que en los últimos 50 años se han perdido en promedio 2 horas de sueño diario. Millones de personas - adultos, jóvenes y niños - experimentan trastornos diversos relacionados con el sueño. Para quienes estudian, los problemas se ven en el bajo resultado escolar; para quienes trabajan, en el bajo rendimiento laboral.

La pregunta es: ¿vale la pena dormir poco y mal, vale la pena tanto sacrificio y tanto trajín, todos los días, para ir a la escuela?


Frente a la insatisfacción con el sistema escolar, surgen o se refuerzan propuestas e iniciativas alternativas. La educación al aire libre gana adeptos. El contacto con la naturaleza busca compensar el ya reconocido deficit de naturaleza.

Muchas de las innovaciones vienen por el lado de la infraestructura escolar: más espacios verdes, menos cemento; uso de materiales ecológicos para la construcción; aulas más amplias; espacios integrados; huertos escolares.

Otras tienen que ver con el mobiliario: aulas sin pupitres, para sentarse en el suelo; cojines, puffs, hamacas. Otras, con las tecnologías: sacar computadoras de las aulas, promover su uso en casa; regular el uso de celulares. Otras, con el tiempo: jornadas menos largas (o bien más extendidas, según el caso); clases más cortas; una organización distinta del currículo en el aula, en la jornada y en el calendario escolar; otros arreglos en cuanto a tiempo y actividades en vacaciones. Otras, por un replanteamiento radical de los lugares, del dónde y cómo se enseña y aprende: combinar estancia en la escuela con educación a distancia y en el hogar.

Se plantea asimismo postergar la edad de escolarización, eliminar o reducir los deberes, más espacio y tiempo para el juego, más tiempo de recreo y más frecuentes, medidas más duras contra el bullying. Y, claro, homeschooling o unschooling como alternativas a la escolarización convencional. Para muchos, el paquete escolar parece difícil de combatir y revertir.

Para saber más
- Academic performance at school linked to exercise, BBC.
- Are schools making kids sick?, CNN, 2012.
- The Power of Play in Learning, Mind/Shift.
- "Un mundo distraído. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?", entrevista con Nicholas Carr.

- De lo físico a la física: la relación entre infraestructura escolar y resultados educativos en América Latina. Estudio del BID, 2011. 
- World Association on Sleep Medicine / World Sleep Day
- School Starts Too Early, Scientific American
- Madrugar no es beneficioso para los estudiantes, El Comercio, Quito, 2 sep. 2014
- La miopía sube con la educación
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El aula y el patio



NO  CORRO
NO  GRITO
NO  EMPUJO


Así está escrito, en letras amarillas muy grandes, sobre el muro del patio de la escuela, en Quito. Como para que a nadie le pase desaperci­bido. Como para que a nadie se le ocurra correr, gritar o empujar durante el recreo, a la hora de formarse, a la hora de entrar y salir. Como para que a nadie se le olvide que un patio escolar no es un patio cualquiera. 


CORRER es lo que provoca hacer después de un largo período de en­cierro, sobre todo si se es niño, adolescente o joven. El aula es esencialmente jaula. Bastante es pedirles que permanezcan quietos, sentados y atentos varias horas al día, pendientes de ser tomados por asalto con una pregunta, una instrucción, un dictado, una prueba. ¿Cabe pedirles además que sigan quietos durante el recreo? ¿Dónde liberar la energía que se acumula en el enclaustramiento de un aula y en la inmovili­dad de un asiento?.

GRITAR es esperable en un recreo, cuando los recreantes son alumnos forzados al silencio y la incomunicación. El aula es esenciamente escuchadero. El profesor habla, los alumnos escuchan. Hablar con el compañero es indisciplina. Preguntar está mal visto. Trabajar en equipo, ni pensar. ¿Puede pedirse a los alumnos que conserven la mordaza fuera del aula? ¿Dónde explotar la bomba cargada de prohibiciones: no hablar, no conversar, no opinar, no preguntar?.

EMPUJAR puede ser una manera de jugar, de agredir o de desafiar las normas. El aula es esencialmente santuario. El contacto físico con otros está prohibido. El cuerpo, negado. ¿Dónde sacudirse las rigideces de la disciplina, de las reglas, de los tabúes? 

Mientras las aulas sigan siendo jaulas, claustros, santuarios, los patios seguirán siendo desahogaderos. ¿Qué tal acercar un poco aula y patio? ¿Qué tal llevar a la clase un poco de recreo?.

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¿Aprendizaje en el siglo 21? ¡Falta la naturaleza!


Rosa María Torres

"¿Cómo esperamos que surjan nuevos Newtons si los niños jamás ven manzanas cayéndose de los árboles?" Francesco Tonucci


"Existen oportunidades para el aprendizaje en todo momento y lugar, mucho más allá de la escuela como espacio educativo exclusivo. Los medios de comunicación, los dispositivos móviles, la conectividad, las redes sociales y de colaboración ofrecen oportunidades para el aprendizaje continuo". Aprender en el siglo XXI, Eugenio Severín, BID.



¡Falta la naturaleza! En los modernos listados de lugares y medios que destacan la ubicuidad del aprendizaje y que confluyen en el Aprendizaje a lo Largo de la Vida, nuevo paradigma para la educación y el aprendizaje en el mundo.

¡Falta la naturaleza! En las políticas y reformas educativas, entendidas limitadamente como escolares, proclives al encierro, los espacios reducidos, los equipamientos, los estándares, las evaluaciones y las pruebas, los deberes en casa, el papel, las pantallas, los cables.

¡Falta la naturaleza! En la construcción escolar, enamorada del cemento, los muros, las rejas, las paredes, los corredores, los patios encementados, las plantas pintadas en los muros y dibujadas en los textos escolares antes que las plantas, el césped y el verde de verdad.

¡Falta la naturaleza! En el sistema escolar convencional, desde la base y hasta el fin de la educación superior, que asocia enseñanza y aprendizaje con puertas adentro, mesas, asientos, artefactos, timbres, enchufes, candados, premios y castigos.

¡Falta la naturaleza! En la preparación de docentes y directivos, antes y durante el ejercicio de su tarea, no solo como contenido sino como espacio para el esparcimiento, el aprendizaje y el desarrollo personal.

¡Falta la naturaleza! En el mundo académico: en la investigación, en la formación, en seminarios y paneles, en criterios acerca de lo que es calidad educativa, "buen aprender", "buen enseñar", "buen saber" y "buen desempeño" profesional.

¡Falta la naturaleza!  En las ciudades y los nuevos diseños urbanos, más preocupados con hacer espacio a los autos y ofrecer wifi en lugares públicos que con ofrecer espacios verdes, bicisendas seguras, huertos escolares, lugares para leer al aire libre, senderos para ir en bicicleta a la escuela y al trabajo.

"Aprendizaje en el siglo 21" no es solo TIC, internet y conectividad. La "brecha digital", reflejo de muchas otras brechas, viene a agregarse a viejas brechas en las oportunidades de aprendizaje de niños, jóvenes y adultos en todo el mundo. El abandono del campo y la "brecha urbano/rural" - con todas sus manifestaciones y secuelas - persiste e incluso se profundiza en muchos lugares, entre otros en el ámbito de las tecnologías, a la par que la expansión de las ciudades y de sus problemas. 

El llamado "síndrome de abstinencia tecnológica" ocupa la atención y se extiende entre la minoría conectada, con acceso a banda ancha y a smart phones. Pero un síndrome mayor y más serio, el "síndrome de déficit de naturaleza", afecta a millones de niños, jóvenes y adultos de todas las condiciones sociales, en todo el mundo, y sobre todo en las ciudades, limitando su desarrollo, sus aprendizajes, sus horizontes, su comprensión del mundo.

Niños que no han visto el mar, la montaña, el río, el bosque, un atardecer, una noche estrellada, pájaros trinando de verdad, hormigas trabajando en fila. Niños urbanos que no saben lo que es arar la tierra, sembrar, cosechar, ver crecer un tomate, ordeñar una vaca. Niños alienados que creen que la comida viene en latas, el agua en botellas, los vegetales en bolsas plásticas, la carne en envoltorios congelados. Niños que van perdiendo el contacto consigo mismos, con su curiosidad, su capacidad de asombro, sus emociones e inventiva, y se vuelven dependientes de sujetos y estímulos externos para aprender.

El sedentarismo es ya epidemia mundial entre personas de todas las edades y crecientemente entre los niños, estacionados frente a pizarras, televisores, móviles, videojuegos, pantallas de todo tipo. La obsesidad, hija del sendentarismo, la mala alimentación y el mal dormir, adquiere también proporciones de epidemia mundial y avanza a ritmo acelerado entre la población infantil. Problemas emocionales, soledad, depresión, suicidio, van en alza en el mundo. Enretanto, avanzan los estudios que confirman los enormes poderes curativos de la naturaleza, buena para el cuerpo, el cerebro y el alma, el sosiego, la motivación, la concentración, la creatividad, la cognición, el sentimiento de felicidad. Incluso un poco de verde salpicando los espacios de la vida cotidiana ¡hace una enorme diferencia!

Precisamente, las encrucijadas del nuevo siglo y del nuevo milenio alertan que es tiempo de romper con el encierro. Tiempo de abrir puertas y ventanas de la casa, de la escuela, del barrio, de la comunidad. Tiempo de reunirse, socializar, jugar y aprender al aire libre. Tiempo de organizar el huerto, de aprender a cultivar y producir los propios alimentos. Tiempo de salir, de caminar, correr, saltar, pasear, redescubrir el parque, el columpio, la pelota, la bicicleta, el árbol para trepar, la cometa para volar. Tiempo de volver a la naturaleza y de hacer efectivo el derecho de niños y niñas a conocerla, disfrutarla, cuidarla y aprender de ella.


» Ningún niño sin escuela y ningún niño sin contacto con la naturaleza.
» Una planta por niño. Una mascota por niño.
» Derecho al aprendizaje al aire libre.
» La naturaleza, fuente inagotable de riqueza y de aprendizaje.


Para saber más:
Niños pueden sufrir el 'síndrome de déficit de naturaleza'
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Una educación del cuello para arriba



Las escuelas en Japón empiezan todos los días con juego, canto y ejercicio. A medida que van llegando a la escuela, y antes de entrar a las aulas, los niños se dedican a jugar libremente, bajo el ojo atento de los profesores. Luego viene la asamblea matinal, realizada en el patio central, junto con todos los alumnos y profesores del plantel, y después en cada aula. En estas asambleas los niños cantan, marchan, corean lemas, hacen ejer­cicios. En el mundo del trabajo, la jornada diaria se inicia con una asamblea similar. De este modo, antes de empezar formalmente a estudiar o a trabajar, niños y adultos se preparan mental y físicamente para iniciar el día con energías y con renovado espíri­tu de grupo.  

Mens sana in corpore sano. Vida sana va junto con ejercicio. Niño sano, joven sano, adulto sano, van junto con actividad física. ¿Por qué el sistema escolar se empeña en una educación del cuello para arri­ba, en la que alumnos (y docentes) cuentan solo como mentes y no también como cuerpos, en la que se pretende desarrollar cerebros antes que personas integrales?.

El sistema escolar - deposi­tario de todos los tabús sociales - niega el cuerpo, lo disocia de la mente, no sabe qué hacer con él. Se limita a reglamen­tarlo con normas y sanciones, a cubrirlo con uniformes, a atornillar­lo contra el asiento, a alinearlo en fila para entrar y salir, a castigarlo cuando algo se hace mal.

Una o dos horas a la semana de una asignatura llamada Educación Física no resuelve las necesidades vitales (movimiento, expresión, ejercicio) de niños y jóvenes, ni compensa las horas, días, semanas y años de inmovilidad - física y mental - que padecen alumnos y alumnas durante su vida escolar.

La propia asignatura es considerada marginal en el currículo y, como tal, suele ser relegada a los horarios que nadie quiere (¿a quién le importa si son o no los más adecuados para hacer ejercicio?) y a condiciones que, para cualquier otra asignatura, serían inacep­tables.

La hora de Educación Física puede ser borrada o aprovecha­da en otra cosa, sin que nadie se inmute. La biblioteca o el laborato­rio suelen verse como indispensables, aunque no existan; en cambio, la cancha, el patio y hasta un mínimo espacio abierto, al aire libre, pueden perfectamente no existir, incluso para el recreo. En planteles urbanos, públicos y privados, uno puede encontrar clases de Educación Física que se desarrollan en la misma aula de la cual niños y jóvenes buscan escapar.

También los docentes son vistos y tratados del cuello para arriba. Formación y capacitación docentes apuntan a la cabeza, con similares condiciones y reglas a las aplicadas a los alumnos: enseñanza y aprendizaje entendidos como actividades puertas adentro, sedentarias, inmóviles. A los docentes y futuros docentes no se les enseña a cuidar y trabajar su cuerpo, recurso indisociable de una tarea que implica pararse, moverse, jugar, dramatizar, relacionarse diariamente con niños y jóvenes en desarrollo y en movimiento. Las enfermedades laborales docentes - entre otras, dolores de espalda, várices y afecciones a la voz - son sintomáticas de este modelo de enseñanza encuadrado en la clásica "educación bancaria" que asume que enseñar es transvasar información de un cerebro a otro.

En verdad, la educación escolar tradicional no usa siquiera todo el cerebro. Una "educación de hemisferio izquierdo", como se la ha llamado, prioriza la relación y el desarrollo verbal (hablar y escuchar como actividades centrales), la matemática y el pensamiento lógico, y relega las formas visuales, espaciales y no-verbales de conocer e interactuar que posibilita el hemisferio derecho, incluidas las emociones, las habilidades artísticas y musicales. 

Salvo en los tramos "pre-escolares", en los que generalmente se acepta que los niños deben moverse y jugar, todo el sistema escolar está pensado del cuello para arriba. De otro modo estarían diseñados los edificios y el mobiliario, los espacios y la iluminación, los volúmenes y las superficies, los horarios y los programas de estudio, las evaluaciones, los diplomas y las medallas de honor, si se aceptara que alumnos y docentes son personas, no cerebros con patas.

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Instalaciones educativas abiertas a la comunidad

Harry Bilson

  

Dedicado al Padre Antonio y al señor Ruaro
Colegio Técnico Don Bosco de Quito


Los Salesianos son conocidos por una filosofía educativa particular - el Sistema Preventivo Salesianio, inspirado en San Juan Bosco - que incluye, entre otros, el abrir las instalaciones educativas a los jóvenes y a toda la comunidad.

Por circunstancias especiales, a fines de los 1980s, durante la preparación de la Campaña Nacional de Alfabetización "Monseñor Leonidas Proaño", me tocó trabajar durante más de un año en un local prestado dentro de un colegio secundario regido por los salesianos, en Quito. Uno de los recuerdos más gratos que tengo de ese año de huésped de la comunidad salesiana fue la experiencia diaria de entrar y salir del plantel viendo niños, jóvenes y adultos del barrio haciendo uso de estas instalaciones como si fuesen propias, como si fuesen una prolongación de su hogar, el patio o el pórtico que muchos de ellos no tenían en sus casas.

Desde muy temprano a la mañana y hasta la noche, y más aún durante los fines de semana, el colegio se convertía en cancha deportiva, parque, plaza, biblioteca, lugar de encuentro, campamento vacacional,  salón de bodas y de celebraciones comunitarias muy diversas. Siempre había jóvenes jugando básquet y haciendo deportes en las canchas, parejas de enamorados paseando o sentados en gradas y bancas, adultos acompañando a los hijos o entretenidos ellos mismos con juegos y actividades.

Mientras trabajé allí, ví anunciadas funciones de cine, ferias artesanales, kermesses, conferencias, talleres de capacitación, bodas, bautizos, primeras comuniones, exposiciones y talleres de arte, competencias académicas y deportivas, excursiones, mingas juveniles y comunitarias. El colegio sirve, además, tradicionalmente, como centro de votación cuando hay elecciones en el país.

Más de dos décadas después, tres experiencias en Argentina me recordaron al Colegio Técnico Don Bosco de Quito y me motivaron a escribir este artículo.

▸ Una escuela pública en la Municipalidad de Hurlingham, en el gran Buenos Aires, donde la directora, con toda naturalidad, nos hablaba de los preparativos en marcha para la fiesta de 15 años de una chica del barrio. Preguntas de por medio, resultó que a la gente del barrio, tenga o no hijos en la escuela, se le facilitan las instalaciones e incluso los implementos y servicios de la escuela para celebrar las fiestas de cumpleaños de los niños, las bodas, las reuniones barriales, las celebraciones especiales de las familias y la comunidad.

▸ El programa “Recreo de Invierno”, organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, consistente en una invitación a los niños a “tomarse vacaciones en la escuela”, yendo allí no para estudiar sino para jugar y disfrutar. El programa, pensado especialmente para quienes no tienen vacaciones ni dinero para tomarlas, incluye juegos, lectura, deportes, arte, actividades culturales y excursiones a la ciudad.

▸ La Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), universidad pública ubicada en San Miguel, una zona empobrecida del Gran Buenos Aires, convertida en salón de fiestas para celebrar el matrimonio de una pareja de alumnos-compañeros que se conocieron, precisamente, en la universidad. Las familias de los novios - familias humildes de escasos recursos - prepararon y trajeron la comida, comida típica, hecha en casa; los compañeros de clase hicieron de recepcionistas, animadores y pajes. Novios y familiares, gente de la comunidad, alumnos y profesores estábamos allí celebrando la fiesta, la comilona y el baile, en el recinto universitario que nos han acostumbrado a ver como “torre de marfil” y “templo del saber” dedicado a los libros, la ciencia y el pensamiento, reservado para la “comunidad universitaria” antes que para la comunidad en general.

Parece de sentido común esto que hacen el Colegio Técnico Don Bosco, la Escuela N° 1 de Hurlingham y la Universidad Nacional de General Sarmiento, pero es más bien fuera de lo común. Celosas de sus instalaciones, de sus territorios, sus saberes y sus clientelas, las instituciones educativas han construido muros, reales o invisibles, justamente para diferenciarse y separarse de sus entornos. Muros físicos, expresión de muros mentales, que contradicen el discurso de la "escuela abierta a la comunidad", la “extensión universitaria” o el “compromiso social de la universidad”.

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Los contorsionistas (A propósito de habilidades y talentos)

Lorenzo Mattotti


Nunca llegué a ver la foto, pero la tengo revelada dentro de mi cabeza: los dos niños, adelante y en el centro, despatarrados frente a nosotros y frente a la cámara de fotos, y toda la escuela alrededor de ellos, niños y niñas felices, divertidos con el espectáculo y orgullosos de posar  frente a la cámara. No llegué - repito - a ver la foto, pero la tengo grabada en mi memoria como una vivencia que merece ser compartida.

Pequeña escuela pública ubicada en un barrio empinado y pobre de Quito. No bien entramos, varios niños corren y se agolpan, curiosos, alrededor de nosotros, los visitantes. Alguien descubre la cámara y, de inmediato, todos empiezan a pedir que les fotografiemos. El fotógrafo tiene un único rollo, seguramente reservado para tomas importantes, para la reunión posterior con las autoridades, para las demás paradas incluidas en esta visita al barrio. Los niños insisten, pero él no se da por aludido.

Después de conversar un poco, nos disponemos a avanzar para cumplir con las actividades programadas en la escuela. Súbitamente, dos niños se abren paso, hacen campo en el piso de cemento del patio y se tiran al suelo para hacer contorsiones ante nuestros ojos. Expedito, el fotógrafo se apresta, ahora sí, a fotografiar. Los contorsionistas han logrado su propósito: atraer la atención y la admiración de los visitantes y provocar a la cámara. La foto debe mostrar seguramente lo que yo recuerdo con nitidez: la cara de felicidad de estos niños, mostrando orgullosos a propios y extraños sus habilidades de contorsionistas. Centro de atención y de admiración por un instante, la foto tiene precisamente el poder y la magia de captar y preservar instantes que pueden cambiar una vida.

El profesor de Educación Física, presente e hinchado de orgullo, ha hecho seguramente por estos niños más que sus colegas de Lengua, Matemáticas, Ciencia Sociales o Ciencias Naturales. Les ha ayudado a saber y creer que son buenos para algo, a confiar en sus propias capacidades, a encontrar un punto de apoyo desde el cual poder sentirse seguros y despegar.

No debería ser utópico pensar en escuelas donde niños y jóvenes sean estimulados, desde pequeños, a desarrollar y mostrar sus habilidades y talentos, cada cual en su especialidad: contorsionarse, inventar historias, silbar, realizar trucos, destrabar trabalenguas, leer en voz alta, dibujar, pintar, recitar, cantar, bailar, escribir al revés, saltar la soga, contar chistes, hacer muecas, imitar sonidos de animales, dar volteretas, rodar aros, jugar con la pelota, ayudar a los demás, coleccionar piedras, clasificar hojas, armar y desarmar artefactos, memorizar nombres, hacer sombras chinas con las manos, contar hasta 30 sin respirar... De hecho, identificar lo que cada uno puede y le gusta hacer, y ayudarle a construir a partir de ahí sus aprendizajes y certezas, debería ser la misión por excelencia de la escuela.


* Incluido en: Rosa María Torres, Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes, Editorial Paidós, Buenos Aires-Barcelona-México, 2000.

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