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Cómo hacer una biblioteca | How to organize a library

Bibliotecas en una comunidad campesina y en la casa de un recolector de basura en Colombia, una casa de libros en Argentina, una playa en Brasil, una playa y un parque en Uruguay, una biblioteca comunitaria en el Ecuador, una antigua fábrica de ladrillos en Turquía, una escuela de niñas en la Franja de Gaza (Palestina), una biblioteca al aire libre en Bombay, India.

Libraries in a rural community and in the house of a garbage collector in Colombia, a book house in Argentina, a beach in Brazil, a beach and a park in Uruguay, a community library in Ecuador, an old brick factory in Turkey, a girls' school in the Gaza Strip (Palestine), a library in the open air in Bombay, India.
 Foto: Juan Carlos Escobar. En: El Espectador, 8 enero 2018
Consuelo Cendales es la creadora de este espacio cultural para niños y adultos

Por Olga Lucía Garzón Roa

En la vereda El Gallo los niños no acuden a salas de computadores, ni a celulares o tabletas. En un mundo repleto de tecnología, los menores todavía consultan libros.

Al aire libre, donde los únicos sonidos que se escuchan son los trinos de los pájaros y las ramas de los árboles que se mecen con el silbido del viento, entre las montañas del cañón del Combeima está enclavada la única biblioteca campesina que existe en la zona rural de Ibagué. Este espacio lúdico y cultural fue ideado hace un año y medio por Consuelo Cendales, una líder comunal que llegó desde la capital del Tolima y se encariñó con la comunidad de El Gallo, ubicada a una hora de Ibagué en carro y adonde sólo va transporte público los fines de semana, dos veces al día.

“Estuve hablando con las juntas de acción comunal y me di cuenta de que lo único que les hace falta a los campesinos es deporte y cultura, porque el campesino tiene salud, tiene tierras, tiene muchas cosas, muchas riquezas”.

Por eso allí, frente a la escuela, compró un lote con una vieja casa y ahora sus paredes de guadua sirven de sostén a las cajas de madera o guacales (donde los campesinos empacan frutas) que hoy le sirven estantes a la particular biblioteca.

En medio de la naturaleza, niños y adultos tienen acceso a decenas de libros que le han sido donados y los que ella misma ha clasificado: enciclopedias y compendios de turismo, pintura, gastronomía, periódicos de la región, revistas de agricultura orgánica, poesía, cancioneros, salud y cuentos infantiles. También tiene libros de permacultura, un tema al que le da especial importancia. Dice que es necesario que el campesino, sobre todo los menores de edad, se alejen de ese mundo tan sofisticado, donde la tecnología absorbe y donde cada vez se les da menos importancia a los recursos naturales.

El propósito de Consuelo Cendales, a quien le aterra que hoy en día los niños se saturen de tecnología desde muy corta edad, es llevarlos por la ruta del aprendizaje de la lectura, la escritura y la buena expresión, a través de los libros, que los abran, que los toquen, que los sientan y los recorran.

En El Gallo no hay horarios. “Me da alegría cuando llego y encuentro a algún campesino leyendo, y yo le digo que eso es excelente. Otras veces me doy cuenta de que se han llevado los libros para las casas, los leen y los regresan”, cuenta.

Camilo, de 10 años, es uno de los 150 infantes que visitan la biblioteca. Sentado sobre el pasto, explora un libro sobre la historia de Colombia. “Estoy aprendiendo”, señala el menor y agrega que le gustaría que hubiera cuentos infantiles y otros juegos.

El espacio es amplio, mientras unos se sientan en una piedra, a la sombra de un árbol o en un columpio que cuelga de un palo a leer, otros niños acomodan una mesa con sillitas de plástico para disfrutar de los juegos de ajedrez, parqués y dominó que también hay en el lugar.

Cada mes, Cendales convoca a organizaciones sociales y culturales que la apoyan con charlas, regalos, lúdicas, talleres de pintura, danza, música, manualidades y folclor. A estos eventos también asisten juiciosamente los adultos que, además de participar activamente y con alegría, entretienen a los visitantes con relatos de apariciones de gallos de oro en lo profundo de la montaña. Por todas estas cosas, la biblioteca es una entretención y una buena oportunidad para la comunidad, especialmente para los estudiantes que a duras penas reciben tres horas de clases en el día.

El anhelo de Consuelo es que su proyecto siga creciendo con el aporte de recursos humanos. Su sueño es que la que ahora es una pequeña biblioteca llegue a convertirse en una casa de la cultura campesina, donde haya una cabaña para cada manifestación cultural, como la música, la danza y la lúdica. Por ahora se siente feliz al lado de la comunidad a la que le inculca que el mejor amigo del hombre no es el perro: “El mejor amigo del hombre es el libro”.

Biblioteca da praia. Un espacio de lectura en Brasil.
Foto tomada de Revista Ñ, Clarín, Argentina




Heladeras viejas convertidas en estantes de libros, disponibles en la playa y en el parque, en Uruguay.

"Lleve, lea y devuelva. Gracias", dice la inscripción de las heladeras con libros ubicadas en las bajadas a la playa de los balnearios Biarritz, Cuchilla Alta, Santa Ana, Balneario Argentino y Jaureguiberry en Canelones.

Hace un año y medio, la comisión de Biblioteca de Santa Ana se inspiró en una experiencia similar en San Gregorio del Polanco, Tacuarembó.

Los vecinos de Canelones recuperaron, pintaron y llenaron de libros dos heladeras y las pusieron en la bajada a la playa. Como la experiencia fue buena, las heladeras se extendieron del km 70 al 80 y ahora son unas 20.

La comisiones de los distintos balnearios involucrados hacen campañas para recolectar heladeras en desuso, las trasladan a un mismo lugar y organizan jornadas para acondicionarlas y pintarlas. Luego las comisiones de Santa Ana, Jaureguiberry y Cuchilla Alta consiguen los libros. "La gente los devuelve y a su vez deja nuevos", contó Néstor Erramouste de la comisión de Fomento de Santa Ana y presidente de la Comisión del Agua. Erramouste contó que por ejemplo en Biárritz, la gente deja mucha cantidad de libros y los gestores los están traspasando para otras heladeras.

Además de ser bibliotecas, las heladeras exponen en sus costados la cartelera de actividades de los balnearios en la que anuncian ferias artesanales, fiestas, festivales y asuntos vecinales como los que le competen a la Comisión del Agua.

Esta iniciativa, que nació entre los vecinos canarios, se une a otras alrededor del mundo mediante las cuales se promueve la lectura con bibliotecas en lugares insospechados, como en cabinas de teléfono en desuso en Londres, la biblioteca digital en el Subterraneo de Nueva York, una bici biblioteca en Filadelfia, o una biblioteca móvil infantil en Mongolia, en la que una mujer lleva libros en un camello a lugares remotos.




Santa Genoveva. Una casa de libros a dos horas de San Fernando,
sobre el arroyo Feliciaria, Argentina


Foto: Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP). En: Revista Ñ, Clarín, Argentina
Por Alejandra Rodriguez Ballester

Si de lectores asiduos e intensos se trata, ¿por qué no explorar las elecciones del lector común? En este panorama de los libros elegidos, nos preguntamos también por las preferencias de los lectores no especializados, de aquellos que no necesariamente compran lo que leen ni leen tantas novedades.

Y recurrimos a las bibliotecas populares para conocer sus preferencias. En tiempos de Internet, cuando el libro en papel parece declinar sin remedio, sorprende encontrar una vida inusitada en estos espacios construidos por la comunidad, que son apoyados por el Estado desde 1870, año en que Sarmiento creó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip).

Nada menos que 2100 bibliotecarios, representantes de 1061 bibliotecas de todo el país, asistieron a la Feria del Libro este año y compraron 160.000 libros por un valor de 22 millones de pesos, según la Conabip. Parte de esa compra la hicieron con el subsidio de 15.000 pesos que les otorga esa institución dentro del programa Libro%, pero un 20% se concretó con recursos propios que provienen de lo recaudado entre sus socios o por subsidios municipales. Indagar sobre los libros que eligen y la forma en que deciden qué libros adquirir a veces depara sorpresas.

Porque es verdadero asombro el que siente quien se acerca a la Biblioteca de Saavedra, donde la bibliotecaria, Mary, exhibe el estante donde agrupan los libros comprados este año en la Feria, allí hay títulos de Petros Markaris, varios de Murakami, de Carlos Ruiz Zafón, Claudia Piñeiro. Son los mismos socios quienes piden los libros a través de un buzón de sugerencias. Entre los más leídos figuran Las maldiciones de Claudia Piñeiro, Yo antes de ti, de Yoyo Mojes y Offshore de Markaris.

En la Biblioteca Sarmiento de Tandil, atiende el teléfono Elina Monferrer, la bibliotecaria. Para niños, los preferidos son Isol, Anthony Browne, Canela. Los grandes leen mucha novela romántica e histórica. Sus preferidos son los libros de Daniel Balmaceda, Florencia Bonelli, Gloria Casañas, Isabel Allende. Pero también hay lectores asiduos de Le Clézio o Vargas Llosa. Los más pedidos de este año fueron Más allá del invierno de Isabel Allende, Noche de luna larga de Gloria Casañas, Lo que no mata te hace más fuerte de Stieg Larsson, entre otros. La biblioteca tiene varios programas de promoción de la lectura: uno de ellos, el bibliomóvil, en el que recorren la ciudad para leer cuentos, y Lectubers, para adolescentes, que suben sus comentarios a YouTube.

En Chacras de Coria, Mendoza, los bibliotecarios no dan abasto para satisfacer la demanda de sus lectores y hacen un gran esfuerzo por comprar lo más actual. “Es que tenemos lectores que sacan cuatro libros por semana, son jubilados con mucho tiempo libre. Los suecos están de moda: Assa Larsson, con sus novelas de suspenso como Cuando pase tu ira, Sangre derramada o Sacrificio a Molek, y Lina Svensson con la saga detectivesca de La araña y la mariposa y El ángel y el infierno”, cuenta Adriana. Los más pedidos a lo largo del tiempo: Seda de Alejandro Baricco, La noche de la Usina de Eduardo Sacheri, El cerebro argentino de Facundo Manes, Carol y La máscara de Ripley de Patricia Highsmith, además de las históricas y románticas de rigor.

A dos horas de lancha desde la costa de San Fernando, hay una biblioteca muy peculiar, cuyo acervo se especializa en literatura isleña. Es la Santa Genoveva, sobre el arroyo Feliciaria.
“Aquí hay un interés enorme en leer sobre nuestro lugar. También hay muchos lectores de poesía ya que se la fomenta mucho en los talleres de la bibliolancha”, cuenta Marisa Negri. Los libros más pedidos en 2017 son Aguafuertes deltianas de Roberto Arlt, Conquista de lo inútil de Werner Herzog, Aparecida de Marta Dillon, El río de Débora Mundani y Stoner de John Williams, entre otros. Y también los infantiles, Si tuviera que escribirte de Alejandra Correa, Gurí pescador de Osiris Rodríguez Castillo y Piedra, papel o tijera de Inés Garland. En 2007 pusieron en marcha la bibliolancha, con la que recorren los muelles prestando libros y haciendo talleres de escritura, un proyecto en red con bibliotecas de Chiloé y de Colombia. Cuanto más cuentan, más ganas dan de ir a leer allí, con ellos, debajo de un sauce.
La fuerza de las palabras: Una biblioteca sacada de la basura - Bogotá, Colombia

Héroe de la ciudad: Dentro de la campaña publicitaria del desodorante Balance, que consiste en crear una ciudad de ficción, resultó elegido el fundador de "La Fuerza de las Palabras" como héroe de la nueva ciudad, gracias a su labor constante de reutilización de los libros que ya no les sirven a los bogotanos.

Voluntarios:
Estos meses hemos contado con la compañía de estudiantes de último año del Liceo Francés, quienes vienen cada sábado a compartir con los niños, gracias a ellos. Además, contaremos por tres semanas con un ciudadano de Noruega, quién también trabajará como voluntario.

30 abril, Día de los Niños:
El evento fue un éxito, tuvimos alrededor de 28 voluntarios en los barrios Belén (Las Cruces) y La Nueva Gloria, revolucionamos ambos barrios y los 600 niños se fueron pintados, mojados, felices y con ganas de volvernos a ver…aquí la entrega de las fotos de la celebración. Especial agradecimiento a las Peluqueras Asesinas  y a Golden Colombia que nos donó dinero para los materiales.

Hoy:
La Fundación abre las puertas a personas interesadas en trabajar con nosotros de manera voluntaria en campos como las artes plásticas, la literatura, la música. Si eres de otro país y estás pensando venir a Colombia y realizar algo significativo, esta puede ser tu oportunidad de aportarle a la sociedad, no dudes en contactarnos.
….
Red de Amigos de las Palabras: Walter Roca, un peruano amante de los libros, resultó tener una idea similar a la nuestra, esta vez en zona rural de Ayacucho, Perú. Está comenzando una biblioteca comunitaria, consciente de la necesidad de lectura de esta zona. Si quieres ayudarlo (donando libros, ideas) no dudes en contactarlo a octaviuscam@hotmail.com….un soñador más que se une a la causa!





Por Tere García, El País, 1 febrero 2018

Tal y como reza el dicho, el saber no ocupa lugar; y es que el Distrito metropolitano de Çsankaya de Ankara tiene, desde el pasado septiembre, una biblioteca de libros abandonados.

Serhat Baytemur, un joven de 32 años que trabaja en el servicio de recolección de basura en la capital turca, siempre soñó con tener una biblioteca. Al ver la cantidad de libros abandonados en los contenedores, tanto él como muchos de sus compañeros llegaron a plantearse cuál podría ser el volumen de libros que podrían generar para construir una pequeña biblioteca de uso interno. Y fue así como surgió la idea de empezar a almacenar todos los libros abandonados para poder montar una pequeña biblioteca comunitaria, tanto para los trabajadores como para sus familias. Así, el sueño de Serhat podría hacerse realidad, tal y como se explica en Daily Sabah.

La idea de recolectar libros y revistas se convirtió en una tarea que, durante meses, mantuvo a los trabajadores del cuerpo doblemente ocupados: no solo hacían su trabajo, sino que, además, almacenaban y clasificaban de una manera altruista los libros que encontraban en sus rutas. En cuestión de pocas semanas, decidieron dirigirse al alcalde de Çsankaya, Alper Tasdelen, para poder alojar la cantidad de libros que tenían acumulados, ya que el volumen sobrepasaba lo esperado.
Desde la institución municipal, se les cedió un espacio en el barrio de Çsankaya, específicamente en una antigua fábrica de ladrillos que llevaba más de veinte años cerrada, y que actualmente pertenece al Departamento de Sanidad.

Lo que en un principio estuvo pensado para acomodar una biblioteca para los trabajadores y sus familiares, poco a poco fue convirtiéndose en un espacio de interés para vecinos y curiosos, quienes se acercaban al lugar para donar libros, catálogos y revistas. Así es como, en poco menos de siete meses, la biblioteca dejó de ser un espacio solo para los trabajadores y quedó abierta al público convirtiéndose en un nuevo equipamiento cultural.

En la actualidad, hay más de 6000 libros catalogados, desde literatura e historia hasta política y arte. El horario de la biblioteca está pensado para que los 700 basureros del municipio de Çankaya acudan para descansar en sus horas libres leyendo o jugando ajedrez.

Eray Yilmaz, de 20 años, es el encargado de registrar todas las obras que entran y salen de la biblioteca ya que, desde su apertura, el volumen de libros no ha cesado. El impacto de este equipamiento cultural ha sido muy positivo, no solo en lo local, sino también a nivel metropolitano y nacional. Hoy por hoy, muchas ciudades turcas hacen llegar a la recién estrenada biblioteca libros usados; y muchos capitalinos ya tiran en bolsas de plástico los libros, separados del resto de los desperdicios, para facilitar la tarea a los basureros.

A pesar de que este proyecto es un éxito, los responsables no logran entender como aún hay gente capaz de tirar a la basura tal cantidad de conocimiento, y de lo único que se arrepienten es de no haber empezado el proyecto antes.

La biblioteca tiene una zona de lectura, un área infantil, un espacio para juegos de mesa y una pequeña cafetería. Parte de la iluminación está hecha con tubos de cobre, también encontrados en la basura, y las paredes están cubiertas con pósters e ilustraciones. Además, se han puesto en marcha programas de préstamos de libros tanto a particulares, colegios, organizaciones sin ánimo de lucro y centros penitenciarios.

Fruto de la apertura de esta biblioteca de libros abandonados, han empezado a surgir otro tipo de ideas asociadas a la literatura como la de utilizar camiones de basura que funcionen como bibliotecas móviles para visitar escuelas en Ankara, o la creación de rutas musicales promovidas por un grupo de once basureros que hacen música con cubos vacíos y piezas de metal. Todos ellos persiguiendo el espíritu de hallar otras actividades entorno a su trabajo.



El Centro Intercultural A Mano Manaba recibió en 2018 una distinción de la Biblioteca del Congreso de EE.UU., la cual reconoce anualmente a 15 bibliotecas del mundo como mejores prácticas (Best Practices Honorees: Multigenerational Literacy). El centro, de caña guadúa y madera, funciona en la comunidad Don Juan del cantón de Jama, en la provincia de Manabí.

Uno de los principales proyectos de la fundación fue construir una biblioteca comunitaria.

El proyecto lo inició James Maden, un voluntario del Cuerpo de Paz radicado en Don Juan, quien en 2003 organizó en su casa una pequeña biblioteca para los niños de la comunidad. La casa se destruyó en el terremoto de abril de 2016. Decidió cedérsela a la Fundación A Mano Manaba para construir allí un Centro Intercultural que albergara una nueva biblioteca.

La biblioteca está a cargo de Rut Román y Esteban Ponce, una pareja de académicos ecuatorianos que retornaron al país después de varios años de residir en Estados Unidos y se asentaron en Don Juan.

Empezaron usando un burro, como la famosa experiencia del Biblioburro iniciada en 1997 por el maestro Humberto Soriano en Colombia. Domingo llevaba libros en el lomo y sonaba una campana anunciando su llegada. Tres años después construyeron el centro.

La biblioteca tiene más de 4 mil libros y se ha convertido en el corazón cultural de Don Juan. En el centro también se dan clases de arte, manualidades, alfabetización de adultos, taekondo, se da asistencia con tareas escolares y se hace capacitación docente.


A girl at Sokaina Girls School in Gaza paints a crate to be used as a bookshelf. She and her classmates turned an empty classroom into a library using found wooden crates, old tyres and donated books.
By Mohammed Abu Sulaiman (Adolescents Development and Participation programme officer with UNICEF Gaza) with Chris Niles

DEIR AL BALAH CITY, State of Palestine, 18 December 2017 – There are one million children in Gaza, yet hardly any sports fields or playgrounds. And this lack of safe outside play areas especially affects girls. The beach is basically off limits, with terrible sewage pollution. Youth unemployment is over 60 per cent.

In recent years, we have seen young people turn to drugs, a problem that didn’t exist before. And every young person I talk to feels the isolation of our closed borders. They want to be part of the world to learn and share ideas.

Gaza can feel hopeless at times, but a group of schoolgirls have built something truly exciting.

Sokaina Girls School is in Deir al Balah City, in the middle of the Gaza Strip. ‘Deir al Balah’ means ‘Monastery of Palms’. There used to be thousands of palm trees in the area, but today few remain. Now, the city houses several refugee camps. Some 25,000 refugees live in Deir al Balah camp.

The girls of the Sokaina school decided they wanted a library. Most schools in Gaza don’t have one. And those that do usually have a limited range of books.

The students knew that it wouldn’t be easy – they would be challenging social attitudes about what girls can do – but they wanted to prove that they could create a beautiful library inside their school.

A library is born

UNICEF gave the girls seed funding of US$300, and they went to the market to buy books. They had never been to the market before. Every day they would travel only between home and school.

“It’s unusual in Gaza for adolescent females to go to the market alone and collect boxes and interact with shopkeepers,” said Marah, one of the 40 students who collected books and built the library.
Unfortunately, when they got there, the girls realized that US$300 would buy barely 30 books and would leave nothing for shelves and seats.

They came up with another solution. In an empty classroom, they built shelves from wooden boxes and seats from old tyres. Then they asked several NGOs for donations and received 500 books. Early this year, their library was born.

Today, the library at Sokaina school is open six days a week for all students. Sokaina, like most schools in Gaza, operates double shifts of classes to make up for a shortfall of 232 schools. The Education Ministry has supported the girls’ initiative by providing tables, chairs and more books. And the girls have organized a committee to manage the library and keep adding to their collection.

A personal story


This is a personal story for me, because UNICEF and books helped me turn my life around when I was a teenager.

I grew up in a very poor neighbourhood and left primary school with 51 stitches in my head from 17 altercations. Violence was never far away. Sometimes I was the trouble maker and sometimes I was the victim – where I lived, you had to defend yourself.

My life changed when I was 15 and started secondary school. For one thing, it was the first time I’d met girls face to face. I was also rescued because I went to an adolescent-friendly space where I met educated people who were reading Marx and Dostoyevsky. When somebody asked me the title of last book I had read, I didn’t have an answer.

So I began reading every day and every night. After six months, I started to express my opinions and ideas, and it was an amazing moment – people smiled and enjoyed what I was saying and I started to build my confidence. Seven years later, I started working for UNICEF, which was a dream for me.
And reading did it all. When you read, you know more, and you think more deeply. It’s especially important in Gaza, where we are cut off from the world. Where can young people get their ideas from? The threat of violence is never far away. But a book can change minds and beliefs.

Reading is the basis of choice

I was one of the lucky ones given the opportunity to develop my ideas and skills and make informed decisions. But the vast majority of the more than 430,000 adolescents in Gaza do not have this opportunity. By supporting young people to dream and put their ideas into action, we help them keep hope alive.

The project the girls pulled together is part of a larger programme helping bring hope to adolescents. In 2016, UNICEF began a project in 11 schools involving 1,200 high school students aged 14–16. UNICEF has trained students in skills such as communication, critical thinking, creativity, action research, leadership and civic engagement. We have encouraged them to brainstorm projects that would improve their lives.

Engaging in the project, the girls in Sokaina had the courage to go out and do something they’d never done before and to create something unique. Other young people in the programme are coming up with different initiatives. In Gaza, we have thousands of adolescents with thousands of ideas.

“It is really an amazing programme, I learned that nothing is impossible, and that I can challenge and win. I just need to think, plan, advocate,” said 15-year-old Haya Al Kurdi. “This experience taught me that I can be who I dream to be.”

It’s more important than ever to allow more young people in Gaza to lead, learn, and have the opportunity to develop their minds and put their great ideas into practice. Sometimes in Gaza we can be good at telling people what to do and what not to do. But when you create a library and you give people the chance to read two sides of an argument, you have a choice about what to think. Reading is the basis of that choice.

Near unlivable

In the State of Palestine, UNICEF helps 18,000 disadvantaged adolescents develop their skills through life skills, civic engagement, sports and entrepreneurial initiatives. The library initiative is a UNICEF project implemented in partnership with Al Nayzak Organization for Supportive Education and Scientific Innovation and was funded by Al Fakhoora, a programme of the Education Above All foundation supported by the Qatar Fund for Development.

Nonetheless, the environment of Gaza is deteriorating to such an extent that the United Nations believes it could be unlivable by 2020. We live trapped in such a small area – about 45 km long and between 6 to 14 km wide. It’s been 10 years since people and goods could move freely in and out. We have lived through three wars in that time. Water is scarce, but the needs and the pollution are huge, which means our water aquifer is being depleted at a rate that is causing irreparable damage.

Electricity cuts of up to 20 hours a day mean that raw sewage is pumped into the sea and the stench fills whole neighbourhoods. People are poor, and this grinding poverty just keeps getting worse. Parents live day to day trying to keep hope alive for their children, but fearful they will not be able to keep going.

I mentioned that Gaza could be unlivable by 2020. But I don’t believe it’s only environmental. It’s also the mentality of people, the slow grinding loss of hope as they see each day things getting a little bit worse. Everyone needs hope, especially young people. If hope dies, in any place, then there is always the risk of young people turning to risky behaviour and even violence.

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