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Leer y escribir en un mundo cambiante - Emilia Ferreiro




26 Congreso de la Unión Internacional de Editores, Buenos Aires, 1-3 mayo, 2000, Conferencia Plenaria.


Hubo una época, hace varios siglos, en que escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio y a este oficio se dedicaban el resto de sus días. En todas las sociedades donde se inventaron algunos de los 4 o 5 sistemas primigenios (China, Sumeria, Egipto, Mesoamérica y, muy probablemente, también el valle del Hindus) hubo escribas, quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte particular: grabar en arcilla o en piedra, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos, tan ligados al ejercicio mismo del poder. De hecho, las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.

En esa época no había fracaso escolar. Quienes debían dedicarse a ese oficio se sometían a un riguroso entrenamiento. Seguramente algunos fracasaban, pero la noción misma de fracaso escolar no existía (aunque hubiera escuelas de escribas).

No basta con que haya escuelas para que la noción de «fracaso escolar» se constituya. Veamos un símil con una situación contemporánea: tenemos escuelas de música, y buenos y malos alumnos en ellas. Si alguien no resulta competente para la música, la sociedad no se conmueve, ni los psicopedagogos se preocupan por encontrar algún tipo peculiar de «dislexia musical» que podría quizás ser superada con tal o cual entrenamiento específico. Ser músico es una profesión; y quienes quieren dedicarse a la música se someten a un riguroso entrenamiento. Y, aparentemente, las escuelas de música, en todas partes, tienen un saludable comportamiento.

Todos los problemas de la alfabetización comenzaron cuando se decidió que escribir no era una profesión sino una obligación y que leer no era marca de sabiduría sino marca de ciudadanía.

Por supuesto, muchas cosas pasaron entre una época y otra, muchas revoluciones sangrientas fueron necesarias en Europa para constituir las nociones de pueblo soberano y democracia representativa. Múltiples transmutaciones sufrieron los primeros textos de arcilla o de papiro hasta convertirse en libros reproducibles, transportables, fácilmente consultables, escritos en las nuevas lenguas desprendidas del latín imperial y hegemónico.

Los lectores se multiplicaron, los textos escritos se diversificaron, aparecieron nuevos modos de leer y nuevos modos de escribir. Los verbos «leer» y «escribir» habían dejado de tener una definición inmutable: no designaban (y tampoco designan hoy día) actividades homogéneas. Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a esos verbos.

Sin embargo, la democratización de la lectura y la lectura se vio acompañada de una incapacidad radical para hacerla efectiva: creamos una escuela pública obligatoria, precisamente para dar acceso a los innegables bienes del saber contenido en las bibliotecas, para formar al ciudadano consciente de sus derechos y sus obligaciones, pero la escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.

Desde sus orígenes, la enseñanza de estos saberes se planteó como la adquisición de una técnica: técnica del trazado de las letras, por un lado, y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela, precisamente por ausencia de una tradición histórica de «cultura letrada».

Surge entonces la noción de «fracaso escolar», que es concebida, en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza sino del aprendizaje, o sea, responsabilidad del alumno. Esos alumnos que fracasan son designados, según las épocas y las costumbres, como «débiles de espíritu», «inmaduros» o «disléxicos». (En los años 1960 la dislexia fue considerada «la enfermedad del siglo»). Algo patológico traen consigo esos niños, algo que les impide aprovechar una enseñanza que, como tal, y por la bondad de sus intenciones, queda más allá de toda sospecha.

Pero el fracaso escolar es, en todas partes y masivamente, un fracaso de la alfabetización inicial que mal puede explicarse por una patología individual.

Una década después, hacia 1970, los estudios en sociología de la educación desplazaron la responsabilidad de la incapacidad para aprender hacia el entorno familiar: en lugar de algo intrínseco al alumno habría un "déficit cultural". De hecho, una cierta «patología social» (suma de pobreza + analfabetismo) sería responsable del déficit o handicap inicial. Efectivamente, pobreza y analfabetismo van juntos. El analfabetismo no se distribuye equitativamente entre los países, sino que se concentra en entidades geográfico-jurídico-sociales que ya no sabemos cómo nombrar.

Hoy día no se sabe muy bien cómo clasificar a los países. Antes había «desarrollados» y «subdesarrollados», pero esta última calificación pareció peyorativa y fue reemplazada por un eufemismo: «países en vías de desarrollo». Pero ¿cuántas décadas puede un país estar «en vías de desarrollo sin acabar de desarrollarse?». De hecho, muchos de los países que antes parecían estar «en vías de desarrollo» parecen hoy día condenados a estar «en vías de subdesarrollo». Hubo una época en que los países se catalogaron en dos regiones: «Primer mundo" y «Tercer mundo», con un supuesto «Segundo mundo» que nadie asumió como designación adecuada para sí mismo. Y ahora hemos regresado a las coordenadas pseudo-geográficas: los ejes «Este» y «Oeste» desaparecieron, mientras que «Norte» y «Sur» tienen renovada vigencia (lo que obliga a innegables dificultades propiamente geográficas, tales como ubicar a Australia en el Norte y a México en el Sur). Yo hablaré de «periferia» para referirme a este Sur, que también existe...

Total, que no sabemos cómo clasificar a los países, pero sí sabemos qué es la pobreza. Sabemos -y es inútil que lo ocultemos, porque el World Bank lo sabe y lo dice- que el 80% de la población mundial vive en zonas de pobreza. Sabemos que ese 80% conjuga todos los indicadores de dificultad para la alfabetización: pobreza endógena y hereditaria; baja esperanza de vida y altas tasas de mortalidad infantil; malnutrición; multilingüismo. (Sabemos, por supuesto, que ese 80% también es heterogéneo, ya que las desigualdades entre los países se expresan igualmente en desigualdades internas tanto o más pronunciadas).

A pesar de cientos de prometedoras declaraciones de compromiso nacional e internacional, la humanidad ingresa al siglo XXI con unos mil millones de analfabetos en el mundo (mientras que en 1980 eran 800 millones).

Los países pobres (ese 80%) no han superado el analfabetismo; los ricos (ese 20%) han descubierto el iletrismo. ¿En qué consiste ese fenómeno que en los años 80 puso en estado de alerta a Francia, a tal punto de movilizar al ejército en la «lucha contra el iletrismo»? El iletrismo es el nuevo nombre de una realidad muy simple: la escolaridad básica universal no asegura la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura. O sea: hay países que tienen analfabetos (porque no aseguran un mínimo de escolaridad básica a todos sus habitantes) y países que tienen iletrados (porque a pesar de haber asegurado ese mínimo de escolaridad básica, no han producido lectores en sentido pleno).

El tiempo de escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados en el «leer y escribir» siguen produciendo discursos polémicos. Cada nivel educativo reprocha al precedente que los alumnos que reciben «no saben leer y escribir», y no pocas universidades tienen «talleres de lectura y redacción». Total, que una escolaridad que va de los 4 años a bien avanzados los 20 (sin hablar de doctorado y post-doc) tampoco forma lectores en sentido pleno.

Está claro que estar «alfabetizado para seguir en el circuito escolar» no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana. Las mejores encuestas europeas distinguen cuidadosamente entre parámetros tales como: alfabetizado para la calle; alfabetizado para el periódico; alfabetizado para libros informativos; alfabetizado para la literatura (clásica o contemporánea); etc.

Pero eso es reconocer que la alfabetización escolar y la alfabetización necesaria para la vida ciudadana, el trabajo progresivamente automatizado y el uso del tiempo libre son cosas independientes. Y eso es grave. Porque si la escuela no alfabetiza para la vida y el trabajo... ¿para qué y para quién alfabetiza?

El mundo laboral está cada vez más informatizado, y la escuela (nuestra escuela pública, gratuita y obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) está, en los países periféricos, cada vez más empobrecida, desactualizada, y con maestros mal capacitados y peor pagados.

Peor aún: la democracia, esa forma de gobierno a la cual todos apostamos, demanda, requiere, exige individuos alfabetizados. El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de los ciudadanos. La democracia plena es imposible sin niveles de alfabetización por encima del mínimo del deletreo y la firma.

No es posible seguir apostando a la democracia sin hacer los esfuerzos necesarios para aumentar el número de lectores (lectores plenos, no descifradores).

En las primeras décadas del siglo XX parecía que «entender instrucciones simples y saber firmar» podía considerarse suficiente. Pero a fines del siglo XX y principios del XXI estos requisitos son insostenibles. Hoy día los requisitos sociales y laborales son mucho más elevados y exigentes. Los navegantes de Internet son barcos a la deriva si no saben tomar decisiones rápidas y seleccionar información.

Y la escuela de los países periféricos, que aún no aprendió a alfabetizar para el periódico y las bibliotecas, debe enfrentar ahora el desafío de ver entrar Internet en las aulas, no por decisión pedagógica, sino porque "el Banco Interamericano de Desarrollo y Starmedia Network firmaron una alianza para introducir Internet en todas las escuelas públicas de América Latina y El Caribe", según noticias periodísticas ampliamente difundidas de fines de marzo 2000. (Por ej., El Financiero, de México, en la sección «Negocios» del 29 de marzo).

Sospechosamente, candidatos a la presidencia o ministros de educación recién estrenados, de México a Argentina, sostienen un discurso coincidente: "Internet en las escuelas", como si las computadoras, de por sí, pudieran ser el trampolín de acceso a niveles de alfabetización nunca alcanzados, y como si los maestros -esos maestros desactualizados y mal pagados- fueran inmediatamente reciclables (o quizás desechables).

Yo he dicho desde hace varios años en diversos foros, y continúo sosteniendo, que las nuevas tecnologías ayudarán sobremanera a la educación en su conjunto si contribuyen a enterrar debates interminables sobre temas perimidos: por ejemplo, "¿hay que comenzar a enseñar con caracteres ligados o separados?; ¿qué hacemos con los zurdos?; ¿hay que enseñar a leer por palabras o por sílabas?". Bienvenida la tecnología que elimina diestros y zurdos: ahora hay que escribir con las dos manos, sobre un teclado; bienvenida la tecnología que permite separar o juntar los caracteres, a decisión del productor; bienvenida la tecnología que enfrenta al aprendiz con textos completos desde el inicio.

Pero la tecnología, de por sí, no va a simplificar las dificultades cognitivas del proceso de alfabetización (ignoradas también por la mayoría de los métodos pedagógicos), ni es la oposición «método vs. tecnología» la que nos permitirá superar las desventuras del analfabetismo.

Antes de regresar al tema ineludible de las nuevas tecnologías quisiera insistir en la ecuación pobreza/analfabetismo/multilingüismo .

Durante décadas hemos escuchado expresiones tales como «lucha contra el analfabetismo», lenguaje militar que caracteriza, además, a quienes son rechazados por el sistema escolar, como «desertores». Ese lenguaje militar sugiere un enemigo a vencer, y el desliz desde el abstracto «analfabetismo» hacia el concreto «individuo analfabeto» como enemigo visible es casi inevitable, sobre todo cuando la imagen militar es asociada a la imagen médica y se habla de «flagelo social», «plaga social» y similares (como si se tratara del paludismo o el cólera). (Todas esas son expresiones reiteradas en documentos oficiales, nacionales e internacionales, de 1970 hasta nuestros días).

Es evidente que no puede haber «lucha contra el analfabetismo (o el iletrismo)» sino acciones destinadas a elevar el nivel de alfabetización de la población (en el entendido que «literacy» designa un continuo que va de la infancia a la edad adulta, y dentro de la edad adulta, un continuo de desafíos cada vez que nos enfrentamos con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa) [Por ejemplo, yo enseño a nivel Maestría y Doctorado, pero sigo alfabetizando a mis alumnos, porque es la primera vez que, como lectores, se enfrentan a investigaciones publicadas en revistas especializadas y, como escritores, deben producir por primera vez un tipo peculiar de texto académico que se llama «una tesis»].

Pero recientemente, y con el mismo espíritu militar y militante, se ha declarado el «Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza». Yo me pregunto: ¿qué haremos con el multilingüismo? ¿Se les ocurrirá también que hay que erradicarlo porque hace más difícil y más costosa la alfabetización?

Aquí entran los editores en escena. Ustedes, editores, son los herederos de una poderosa e ilustre tradición. (Pido disculpas de mi ignorancia a los editores chinos, japoneses e hindúes aquí presentes, porque sólo me voy a referir a la tradición europea).

La estirpe de los editores tiene notables ejemplos de todo tipo: creadores que no cesaron de dar nuevas formas a nuestro alfabeto, inventando sin cesar caracteres tipográficos (más legibles, más elegantes, mejor adaptados a tal o cual tipo de obra); artesanos del más alto rango que hicieron del libro una obra de arte; familias de editores que transmitieron un excelso saber de padres a hijos durante más de un siglo; editores que eran también hombres de erudición y traductores (los puntos de cruce entre la historia de los traductores y la historia de los editores son sumamente instructivos).

Ustedes, editores, tienen en su árbol genealógico a ilustres defensores de la libertad de expresión, y eso desde los momentos iniciales del ejercicio del oficio, al poner en circulación textos que no respondían a los requerimientos del poder constituido.

Pienso, por ejemplo, en Etienne Dolet, impresor de Lyon, acusado tres veces de ateísmo y herejía y finalmente quemado en la hoguera, a los 37 años de edad, en place Maubert en París, en 1546.

Etienne Dolet era un subversivo para la época porque introdujo en Francia obras publicadas en Ginebra (vinculadas con la Reforma religiosa), pero era también un erudito, autor de un diccionario analógico del latín, de un tratado de traducción y otro relativo a la puntuación y la acentuación. Es discutible si fue quemado vivo, junto con sus obras, por ser editor o por ser autor-prologuista de esos libros heréticos. Pero también es cierto que fueron necesarios 343 años para que un monumento en la misma plaza Maubert lo reconociera como Humanista, defensor de la libertad de pensamiento. Por más eruditos y humanistas que sean, LOS EDITORES PRODUCEN OBJETOS INCOMPLETOS POR NATURALEZA.

Un libro es un objeto en busca de un lector, y no puede realizarse como objeto cultural hasta que no encuentra un lector. Ese lector es muy mal caracterizado cuando se lo define simplemente como un cliente. Se puede comprar una colección de libros para exhibirlos en la sala de recepción de la casa o en el estudio profesional. Esos libros siguen siendo objetos incompletos: bibelots sin intérpretes. El libro se completa cuando encuentra un lector-intérprete (y se convierte en patrimonio cultural cuando encuentra una comunidad de lectores-intérpretes).

Por eso es tan singular la tarea de un editor: no solamente debe producir un objeto tan cuidado y acabado como sea posible, sino tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y acabado que sea, será siempre incompleto si no encuentra «el otro»/«los otros» que le darán completud. Ese «otro» (esos «otros») deben ser lectores.

¿Los editores de las próximas décadas van a concentrarse en producir libros para el 20% de la población mundial? ¿Van a retomar la antigua tradición de la lectura elitista, contraria a la idea de la alfabetización necesaria para la democracia? ¿Podemos pedirles (quién puede pedirles) que contribuyan a la completud de sus productos, o sea a la producción de lectores?

La situación actual es grave, pero es interesante porque estamos en momentos de profundos cambios en la definición de la materialidad misma del objeto «libro». Algunos nos anuncian una nueva democracia vía Internet mientras que otros se anticipan a organizar prematuros funerales al objeto «libro», ese que tiene textura y olor, ese «de carne y hueso" con el que aprendimos a convivir durante siglos.

En este tema, nos alerta Roger Chartier, hay que hacer un esfuerzo para ubicarnos "entre el discurso utópico y la nostalgia del pasado". Es fácil, demasiado fácil, hacer el elogio de los nuevos soportes electrónicos del texto impreso; es fácil (casi banal) aplicar el calificativo «democrático» a una nueva tecnología. Veamos un ejemplo emblemático. Durante décadas eminentes investigadores sostuvieron que el sistema alfabético de escritura estaba ligado a la democracia, por ser el más simple, perfecto, "scientific and easy to use". Esa visión se difundió ampliamente. Sin embargo, tres datos bastan para destruir este mito: en la Grecia clásica que inventó el alfabeto del cual somos tributarios, el número de adultos varones libres alfabetizados nunca fue superior al 20%, tal como lo muestran minuciosos análisis de historiadores recientes (W. Harris, 1989). Por otra parte, la fascinación de los lingüistas por el alfabeto hizo que las lenguas nativas de América y África, cualquiera fuera su estructura, se escribieran en un sistema alfabético, el cual no trajo consigo una alfabetización universal, mientras que Japón, con uno de los sistemas más complejos de escritura, resistió a todas las presiones por adoptar el alfabeto y tiene tasas de «literacy» superiores a las de Europa y USA.

Internet, correo electrónico, páginas web... están introduciendo cambios profundos y acelerados en la manera de comunicarnos y de recibir información. Y eso es fascinante para cualquier estudioso de la lengua y de los cambios lingüísticos. Pero esos instrumentos no son «democráticos» por sí mismos (tanto como el alfabeto no es democrático, en sí mismo). Exigen, en cambio, capacidades de uso de la lengua escrita más flexibles que las que estábamos acostumbrados a aceptar. Hay nuevos estilos de habla y de escritura que están siendo generados gracias a estos medios. Saber navegar por Internet ya forma parte de los objetivos educativos declarados o en vías de declaración. No sabemos si los desnutridos y los desempleados aprenderán a leer y escribir para entrar a Internet (aunque no reciban créditos escolares por ello), o si quedarán nuevamente excluidos. Es difícil y riesgoso hacer predicciones.

Estamos hablando de futuro, y los niños son parte del futuro. Esos niños (todos los niños) no necesitan ser motivados para aprender. Aprender es su oficio.

Todos los objetos (materiales y/o conceptuales) a los cuales los adultos dan importancia, son objeto de atención por parte de los niños. Si perciben que las letras son importantes para los adultos (sin importar por qué y para qué son importantes) van a tratar de apropiarse de ellas.

Todas las encuestas coinciden en un hecho muy simple: si el niño ha estado en contacto con lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y leer que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores.

¿En qué consiste ese «saber» pre-escolar? Básicamente, en una primera inmersión en la «cultura letrada»: haber escuchado leer en voz alta, haber visto escribir; haber tenido la oportunidad de producir marcas intencionales; haber participado en actos sociales donde leer y escribir tiene sentido; haber podido plantear preguntas y obtener algún tipo de respuesta.

La relación entre las marcas gráficas y el lenguaje es, en sus inicios, una relación mágica que pone en juego una tríada: un intérprete, un niño y un conjunto de marcas. El intérprete (que, en sentido estricto habría que llamar «interpretante» por razones imposibles de desarrollar aquí) informa al niño, al efectuar ese acto aparentemente banal que llamamos «un acto de lectura», que esas marcas tienen poderes especiales: con sólo mirarlas se produce lenguaje. ¿Qué hay en esas marcas para que el ojo incite a la boca a producir lenguaje? Ciertamente, un lenguaje peculiar, bien diferente de la comunicación cara a cara. El que lee no mira al otro, su destinatario, sino a la página. El que lee parece hablar para otro allí presente, pero lo que dice no es su propia palabra, sino la palabra de un «Otro» que puede desdoblarse en muchos «Otros», salidos de no se sabe dónde, escondidos también detrás de las marcas. El lector es, de hecho, un actor: presta su voz para que el texto se re-presente (en el sentido etimológico de «volver a presentarse»). El lector habla pero no es él quien habla; el lector dice, pero lo dicho no es su propio decir sino el de fantasmas que se realizan a través de su boca.

La lectura es un gran escenario donde es preciso descubrir quienes son los actores, los «metteurs en scène» y los autores. (Sin olvidar a los traductores porque, en gran medida, la lectura es presentación de otra lengua, semejante pero diferente de la lengua cotidiana).

Parte de la magia consiste en que el mismo texto (o sea, las mismas palabras, en el mismo orden) vuelven a re-presentarse una y otra vez, delante de las mismas marcas. ¿Qué hay en esas marcas que permite no solamente elicitar lenguaje, sino provocar el mismo texto oral, una y otra vez? La fascinación de los niños por la lectura y relectura del mismo cuento tiene que ver con este descubrimiento fundamental: la escritura fija la lengua, la controla de tal manera que las palabras no se dispersen, no se desvanezcan ni se sustituyan unas a otras. Las mismas palabras, una y otra vez. Gran parte del misterio reside en esta posibilidad de repetición, de reiteración, de re-presentación.

Hay niños que ingresan a la lengua escrita a través de la magia (una magia cognitivamente desafiante) y niños que entran a la lengua escrita a través de un entrenamiento consistente en «habilidades básicas». En general, los primeros se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos funcionales. Permítanme presentarles un ejemplo de lo que quiero decir.

[Transparencia de dos textos, ambos con problemas de ortografía y segmentación entre palabras. Uno escribe «lengua escrita», mientras que el otro balbucea por escrito (aunque su texto no sea carente de interés). Uno tuvo inmersión en la «cultura letrada» desde el nacimiento, mientras que el otro fue introducido a la escritura como una técnica de transcripción].

¿Quiénes van a tener la voluntad, el valor y el empeño para romper el círculo vicioso? En Jomtien, Tailandia, 1990, se establecieron objetivos básicos de educación para todos para la década 1990-2000. Por primera vez, el World Bank firmó al lado de los organismos internacionales (UNESCO, UNICEF). Los diez años se cumplieron y los objetivos son decepcionantes. En abril de este mismo año, en Dakar, se acaba de reunir un Foro Mundial de la Educación para extender por 15 años más los objetivos no cumplidos. Y así seguirá siendo, mientras no se revisen las presuposiciones iniciales, mientras se siga apostando a los métodos (concebidos para formar técnicos especializados) y se olvide la cultura letrada (derecho de cualquier niño que nace en los tiempos de la inter-conexión)

Mientras tanto, los niños (que no pueden dejar de aprender porque no pueden dejar de crecer) están ávidos por entrar en los mundos desconocidos. Hay escritores en potencia de 4 a 12 años que pasan desapercibidos o, peor aún, son desautorizados porque el maestro solo es capaz de ver la ortografía desviante.

Mi función como investigadora ha sido mostrar y demostrar que los niños PIENSAN a propósito de la escritura, y que su pensamiento tiene interés, coherencia, validez y extraordinario potencial educativo. Hay que escucharlos. Hay que ser capaces de escucharlos desde los primeros balbuceos escritos (simples garabatos, según algunos, contemporáneos de los primeros dibujos que realizan).

No podemos reducir el niño a un par de ojos que ven, un par de oídos que escuchan, un aparato fonatorio que emite sonidos y una mano que aprieta con torpeza un lápiz sobre una hoja de papel. Detrás (o más allá) de los ojos, los oídos, el aparato fonatorio y la mano hay un sujeto que piensa y trata de incorporar a sus propios saberes este maravilloso medio de representar y recrear la lengua que es la escritura, todas las escrituras.

Este inicio de milenio es propicio para el cambio porque somos muchos los que tenemos algo nuevo para ofrecer. Ninguno de nosotros, actuando aisladamente, tiene capacidad para incidir en un fenómeno que ha resistido a todos los esfuerzos por aislar variables. Pero ahora tenemos: nuevas tecnologías de circulación de textos; nuevos insights (construidos a partir de minuciosas investigaciones de historiadores) sobre los modos de apropiación de la escritura por parte de diferentes actores sociales en diferentes momentos históricos; tenemos lingüistas dispuestos a recuperar la escritura (ese objeto perdido en un «no man’s land»); tenemos pedagogos fatigados por la inútil disputa sobre métodos que desconocen al sujeto del aprendizaje; tenemos psicólogos, psicopedagogos y psicolingüistas con teorías suficiente válidas como para restituir al niño como ser pensante en su totalidad existencial (aunque haya psicolingüistas que insisten en retrotraer el debate a sus dimensiones técnicas más retrógradas, utilizando, por supuesto, una nueva terminología como «phonological awareness»). [Divisiones de este tipo no nos sorprenden, porque son inherentes a todas las disciplinas: no todos los historiadores piensan que es interesante ocuparse de las prácticas populares de lectura y escritura; no todos los lingüistas consideran que la escritura es un objeto de interés para la Lingüística, etc.]

Esos niños y niñas curiosos, ávidos por saber y entender están en todas partes, en el Norte y en el Sur, en el centro y en la periferia. No los infantilicemos. Ellos se plantean, y desde muy temprano, preguntas con profundo sentido epistemológico: ¿qué es lo que la escritura representa y cómo lo representa? Reduciéndolos a aprendices de una técnica, menospreciamos su intelecto. Impidiéndoles tomar contacto con los objetos en los que la escritura se realiza, despreciamos (mal-preciamos o hacemos inútiles) sus esfuerzos cognitivos.

LA ALFABETIZACIÓN NO ES UN LUJO NI UNA OBLIGACIÓN: ES UN DERECHO.

Un derecho de niños y niñas que serán hombres y mujeres libres (al menos eso es lo que deseamos), ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias lingüísticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un defecto. Las distintas lenguas y los distintos sistemas de escritura son parte de nuestro patrimonio cultural. La diversidad cultural es tan importante como la bio-diversidad: si la destruimos, no seremos capaces de recrearla.

Venimos de un «pasado imperfecto», donde los verbos «leer» y «escribir» han sido definidos de maneras cambiantes -a veces erráticas- pero siempre inefectivas; vamos hacia un futuro complejo (que algunos encandilados por la técnica definen como un «futuro simple», exageradamente simple).

Quizás sea posible que las voluntades se junten; que los objetos incompletos producidos por los editores encuentren a los lectores en potencia (que son también productores de textos tanto como productores de sentido); que los maestros de primaria recuperen, junto con sus alumnos, la capacidad de reír, llorar o sorprenderse cuando leen; que nadie tenga miedo a las nuevas tecnologías pero tampoco espere de ellas efectos mágicos; que nos comprometamos con los futuros lectores para que la utopía democrática parezca menos inalcanzable.

Los niños -todos los niños-, se los aseguro, están dispuestos a la aventura del aprendizaje inteligente. Están hartos de ser tratados como infra-dotados o como adultos en miniatura. Son lo que son y tienen derecho a ser lo que son: seres cambiantes por naturaleza, porque aprender y cambiar es su modo de ser en el mundo.

Entre el «pasado imperfecto» y el «futuro simple» está el germen de un «presente continuo» que puede gestar un futuro complejo: o sea, nuevas maneras de dar sentido (democrático y pleno) a los verbos «leer» y «escribir». Que así sea, aunque la conjugación no lo permita.


Alfabetización popular


El texto que copio abajo está incluido en el libro Historia de las ideas pedagógicas de Moacir Gadotti (Siglo XXI Editores, México, 1998). Moacir me ubicó en el capítulo sobre El pensamiento pedagógico latinoamericano y ubicó mi aporte en el campo de la alfabetización popular.

El texto que eligió fue un punteo de las "Nueve tesis sobre la alfabetización alternativa: reflexiones en torno a la experiencia nicaragüense", un ensayo que escribí en la Nicaragua sandinista y que incluí en mi primer libro: Nicaragua: revolución popular, educación popular (1985).


En gran medida, Moacir se adelantó a los hechos. Lo cierto es que la alfabetización es un campo en el que me especialicé, al que he dedicado muchos años de vida, estudio y trabajo, sobre el que he escrito mucho, en el que he encontrado grandes satisfacciones y grandes amigos, el que me llevó a recorrer el mundo, y en el que sigo investigando y aprendiendo. Empecé con alfabetización de jóvenes y adultos; entre otros inspirada por Emilia Ferreiro, fui avanzando hacia la alfabetización como aprendizaje a lo largo de la vida, sin edades.

Fue Moacir quien me presentó a Paulo Freire, invitándome a Sao Paulo al seminario sobre alfabetización en el que compartimos palestra.
Rosa María Torres: La alfabetización popular
Rosa María Torres, pedagoga y lingüista ecuatoriana, ha tenido una brillante actuación en el campo de la educación popular en más de un país de América Latina, incluso en la Nicaragua revolucionaria; se dedicó a la asesoría, sistematización y evaluación de experiencias, habiendo producido reconocidas contribuciones teóricas y prácticas.

En su ensayo Discurso y práctica en educación popular, publicado en Brasil en 1988, la pedagoga critica la distancia entre lo que dice ser la educación popular y lo que ha sido realmente. En el discurso, la educación de las masas es siempre blanco de promesas y esperanzas, siempre indicada como solución para los problemas del país. En la práctica, sin embargo, la educación pública nunca es priorizada, existe en condiciones adversas y aún está lejos de universalizarse.

Otras obras publicadas: Nicaragua: revolución popular, educación popular y Educación popular: un encuentro con Paulo Freire.

Nueve tesis sobre la alfabetización:
reflexiones en torno a la experiencia nicarag
üense 

1. El éxito o el fracaso de una acción alfabetizadora no se fundan en última instancia ni en cuestiones económicas ni en cuestiones técnicas sino en la existencia de una  voluntad política con capacidad para organizar y movilizar en torno al proyecto alfabetizador.

2. Un proyecto alfabetizador requiere la aplicación de conocimientos científicos y técnicos históricamente negados al pueblo, cuyo control puede serie restituido a través de una alianza con el sector social que los detenta, y a lo largo de un proceso que tiene la alfabetización precisamente como su punto de partida.

3. La alfabetización popular no puede ser vista ni como una obra de beneficencia ni como una concesión sino como un derecho del pueblo y, consecuentemente, como un compromiso de los sectores progresistas.

4. La alfabetización es un instrumento que puede contribuir significativamente y a través de múltiples vías a la construcción de un proyecto popular hegemónico y, en consecuencia, debe acompañar e integrarse al conjunto de acciones orientadas a la liberación del pueblo.

5. La alfabetización popular no puede ser un proceso puramente "concientizador", sino un proceso de adquisición de la lectura y la escritura que constituye una condición favorable para promover la toma de conciencia y la organización popular.

6. La alfabetización, en su dimensión concientizadora, no puede ser entendida como una acción mecánica, interpersonal o puramente intelectual, sino como un proceso básicamente social de formación, organización y movilización de una nueva conciencia crí­tica y colectiva, de una conciencia de clase.

7. La alfabetización, puesta al servicio de un proyecto popular, debe ser un proceso aglutinador, fundamentado en la más amplia, unitaria y democrática participación de todos los sectores y grupos sociales, a condición de no renunciar a su carácter popular y contestatario.

8. Impulsar una alfabetización popular requiere una confianza auténtica en el pueblo como protagonista y sujeto de sus transformaciones históricas.

9. La alfabetización no puede ser una meta en sí misma sino apenas el punto de partida de un proceso de aprendizaje permanente de los sectores populares.


Personajes en OTRA∃DUCACION



Compilación de textos de o sobre diversos personajes
vinculados a la cultura, la educación o la política, incluidos en este blog


Alberto Acosta (Ecuador)
- Lecturas sobre el "Buen Vivir"
- El Reyecito, su Corte y las sabatinas

Jorge Luis Borges
(Argentina)
- "Si un libro aburre, déjelo"
- Leer por el gusto de leer: la clave

Don Bosco (Italia)
- La pedagogía salesiana y el actual contexto internacional

Facundo Cabral
(Argentina)
- Facundo Cabral, cantor

Italo Calvino (Italia)
- Seis propuestas de Italo Calvino para la escritura

Claudius Ceccon (Brasil)
- Humor que duele. ¡Cambiemos la educación!

Vicky Colbert (Colombia)
- Los Laureados con los Premios WISE a la Educación / WISE Prize for Education Laureates: Bottom-Up Innovators
- "Antes, aquí era Escuela Vieja"
- Escuela Nueva: An innovation within formal education

Cristóbal Colón
(España)
- La importancia de lo escrito o por qué Colón pasó a la historia
- El "descubrimiento" de América (comprensión lectora)
- ¡Nos descubrieron!

José Luis Coraggio (Argentina)
- Política: cero en pedagogía

Julián Coraggio (México-Argentina-Ecuador)
- Teatro a Ciegas - "El corazón delator"

Rafael Correa (Ecuador)
- Perlas Presidenciales
- Entre la renuncia y la reelección
- Cátedra Presidencial sobre Ideología de Género
- Quito: Campaña electoral y género epistolar
- Política y racismo en el Ecuador
- Reacciona Ecuador, ¡el machismo es violencia!
- Una historia de toros, política y consulta
- El Reyecito, su Corte y las sabatinas
- Titulares tramposos y manipulación
- El cuento del "99% del Yasuní o el Yasuní intacto"
- Ecuador: Los Yasunidos y la lucha por el Yasuní
- Fin de la Iniciativa Yasuní-ITT: Cadena del 15 de agosto 2013
- La educación en el gobierno de Rafael Correa (compilación)
- Los 12 valores y la escuela de los sábados
- La lista de Correa ("pollita participativa")

Ann Cotton (CAMFED, Reino Unido)
- Los Laureados con los Premios WISE a la Educación / WISE Prize for Education Laureates: Bottom-Up Innovators
 
Dr. Madhav Chavan (India)
- Los Laureados con los Premios WISE a la Educación / WISE Prize for Education Laureates: Bottom-Up Innovators

Jacques Delors (Francia)
- Basic Learning Needs: Different Frameworks

María de Lourdes del Castillo (Ecuador)
- Pequeño homenaje personal a Julio Verne y a mi mamá

Raúl Di Blasio
(Argentina)
- Las polémicas charlas contra las drogas en colegios del Ecuador

Eneko (Venezuela)
- Humor que duele. ¡Cambiemos la educación!

Emilia Ferreiro (Argentina/México)
- Presentación del libro de Emilia Ferreiro “Alfabetización de niños y adultos: Textos escogidos”
- El milagro del aprendizaje escolar
- El fracaso alfabetizador de la escuela 

Papa Francisco (Argentina)
- Palabras del Papa Francisco en el Ecuador

Paulo Freire (Brasil)
- Profesora sí, tía no (Prefacio al libro de Paulo Freire)
- Paulo Freire, los sexshops y la comida tailandesa 
- Los múltiples Paulo Freires / The million Paulo Freires / Les multiples Paulo  Freire
- "Yo quisiera morir dejando un mensaje de lucha": entrevista con Paulo Freire
- Un Congreso de Alfabetizandos en Sao Paulo
- Paulo Freire, Guinea-Bissau y la alfabetización
- A mi amigo Paulo Freire / To my friend Paulo Freire
- South Africa 1993: A moment with Mandela 
- No hay errores metodológicos; son errores ideológicos

Eduardo Galeano (Uruguay)
- El calendario de Galeano: Los hijos de los días
- Sobre educadores, buenos educadores y profesionalización 
- Para Eduardo Galeano, desde el corazón

Gandhi (India)
- Barefoot College: Una innovación radical (India)

Gabriel García Márquez
(Colombia)
- Un manual para ser niño

Jorge Glas
(Ecuador)
- Un sonado marco teórico: Plagio, política y academia en el Ecuador
- Marcos teóricos para todos los gustos

Eduardo Gudynas
(Uruguay)
- Izquierda y progresismo no son lo mismo
- Lecturas sobre el "Buen Vivir"

Sir Fazle Hasan Abed (Bangladesh)
- Los Laureados con los Premios WISE a la Educación / WISE Prize for Education Laureates: Bottom-Up Innovators

Eric Hobsbawm (Reino Unido)
- Sobre educadores, buenos educadores y profesionalización 

Toshuro Kanamori (Japón)
- Enseñanza invisible
-
Cuando el aula suena, alumnos contentos trae

Pablo Latapí
(México)
- Participación social en educación y observatorios ciudadanos

Nelson Mandela
(Sudáfrica)
- Basic Learning Needs: Different Frameworks

Sugata Mitra (India)
- Enseñanza invisible

Antanas Mockus (Colombia)
- Quito: Encuesta de Cultura Ciudadana 

Lenin Moreno (Ecuador)
- "Elefantes blancos": La estafa social de las escuelas del milenio
- Las promesas de Lenin

Edgar Morin (Francia)
- Basic Learning Needs: Different Frameworks
- I Encuentro Internacional "Monseñor Leomidas Proaño"
- Ecuador: Tu juventud te ama
- El nombre de Ramona Cuji
- Gabriela sabe leer pero tiene miedo

Quino (Argentina)
- Humor que duele. ¡Cambiemos la educación!
- Reconocimiento a Felipe (Quino)

Pepe Rivero
(Perú)
- Nuestro adiós a Pepe Rivero

Pasi Sahlberg
(Finlandia)

Julio Verne (Francia)
- Pequeño homenaje personal a Julio Verne y a mi mamá

Steve Wheeler (Reino Unido)
- The Meaning of Pedagogy  |  El significado de la Pedagogía
- Integrar la tecnología al aprendizaje

Otros personajes 

Bonil, Chamorro, Pancho Cajas, Vilma, Arcabuz (Ecuador)
- Perlas Presidenciales

Ramona Cuji (Ecuador)
- El nombre de Ramona Cuji

Gabriela (Ecuador)
- Gabriela sabe leer pero tiene miedo

Patricia Gualinga (Ecuador)
- Sumak Kawsay: Voces y saberes de la Amazonía ecuatoriana

Kazi
(Bangladesh)
- Kazi, el sin gracia
- Kazi, The Graceless

Don Nemorio (México)
- "Dos temores me detienen: el director y los padres de familia"

Raquel (México)
- La escuela de la maestra Raquel


El milagro del aprendizaje escolar


 
Para Emilia Ferreiro


Es un milagro que niños y niñas aprendan en la escuela - me decía Emilia, gran investi­gadora de la educación y el aprendizaje infantiles  - dadas las condiciones en las que se les pide aprender. Si uno se detiene a reflexionar por un momento en las condiciones de enseñanza y de aprendizaje que enfrenta la mayoría de niños en el mundo, concluye efectivamente que apren­der, en el medio escolar, es un milagro.

Son privilegiados los alumnos expuestos a pedagogías activas, que respetan al niño, que parten de su conocimiento previo, que reconocen la importancia del juego, que estimulan la capacidad de pensar y el gusto por descubrir, que prenden - en vez de anulan - la creatividad y el interés por aprender. Para la mayoría de niños, la experiencia escolar es tediosa, mecánica, repetitiva. Muchos la viven con miedo, temerosos del castigo, la burla y la humillación. Muchos memorizan y repiten sin entender, copian mecánicamente, o aprenden sin saber para qué. Tras cientos de horas de corear en voz alta y de hacer trazos sobre el papel, millones de niños y niñas malaprenden a leer y escribir. Aprender, a pesar de estos métodos de enseñanza, solo puede considerarse un milagro.

Son privilegiados los alumnos que tienen maestros bien pagados, califi­cados y valorados. Maestros con libertad y autonomía para ensayar, equivocarse, aprender y rectificar. Maestros con tiempo y condi­ciones para prepararse, para leer y escribir, para enseñar sin apuros. Abundan los maestros-or­questa y los maestros-enciclopedia que hacen y enseñan de todo, condenados a enseñar de por vida, como si la enseñanza fuese actividad industrial; los maestros sin vocación, que escogen el oficio urgidos por la supervivencia más que por el gusto de enseñar; los maestros autoritarios, que no escuchan, que amenazan, que maltratan. Apren­der, a pesar de un mal maestro, es ciertamente un milagro. 

Son privilegiados los alumnos que disfrutan espacios pensados para el aprendizaje. Estos escasean incluso en infraestructuras costosas y modernas. Arquitecturas convencionales, impersonales, sin atractivo, sin imaginación, sin verde, sin espacios para jugar, para estudiar, para descansar. Locales hacinados, insalubres, ruidosos, sin baterías higiénicas y sin agua corriente, sin condiciones mínimas para enseñar y aprender. Lugares distantes del hogar, en el campo y la ciudad. Sitios en los que corre peligro cotidia­na­mente la vida y la salud de los niños. Aulas en las que se espanta moscos y zancudos, se caza lagartijas, se atrapa serpientes; aulas donde se pasa frío y otras en las que se sufre de calor; aulas sin techo o con goteras, con piso de tierra, sin ventanas o con ventanas pero sin vidrios o con vidrios rotos. Sí: aprender en estas condiciones es un milagro.

Son privilegiados los alumnos que cuentan con mobiliario cómodo, adecuado a las necesidades infantiles y a los rigores de la cultura escolar. Niños y niñas pobres deben conformarse con pupitres y bancas destartalados y, quizás, una pizarra y un pedazo de tiza. Troncos, cajones de madera, cartón o latón, hacen a menudo de bancas. Hay aulas en las que los niños se sientan en el suelo, no porque esto sea parte de su cultura (como lo es en efecto en muchos lugares) sino porque faltan sillas o pupitres. He visto - en zonas muy pobres y apartadas - pupitres de barro, fijos, clavados contra el piso. Y he visto también - en zonas urbanas y bien dotadas - aulas con mobiliario y equipamiento modernos donde los niños tienen los pies colgando y se ven forzados a estirarse porque sillas, mesas, pizarras, computadoras, no fueron pensadas para altura de niño. No hay duda que aprender con tanta incomodidad es un milagro.

Son privilegiados los alumnos que tienen en la escuela materiales para leer, para escribir, para dibujar, para pintar, para sembrar, para tocar o escuchar música, para aprender idiomas, para crear. Millones de niños escolares no conocen una biblioteca, un mapamundi, un rompecabezas, un video, una probeta. Millones carecen incluso de textos escolares. Ni hablar de Internet o de banda ancha. Lo único que muchos tienen a mano, y que demasiado a menudo ignoran y desaprovechan, es la naturaleza. Aprender encerrado en un aula es en efecto un milagro.

Que niños y niñas aprendan en la escuela, a pesar de todo y de todos, es un mi­lagro. Un milagro posible gracias a la inteligencia y la creativi­dad del ser humano. Un milagro posible gracias a la curiosi­dad, la imaginación y la capacidad natural de los niños para aprender.

Textos míos relacionados en este blog
¿Aprendizaje en el siglo 21? ¡Falta la naturaleza!
Cuando el aula suena, alumnos contentos trae
En la distracción puede estar el aprendizaje
Imagine una profesora
El fracaso alfabetizador de la escuela 
El trauma del primer grado
Pedagogía escolar: el cultivado hábito de no entender
Las mejores ideas ocurren en posición horizontal

On LifeLong Learning ▸ Sobre Aprendizaje a lo Largo de la Vida


Pawła Kuczyńskiego


A compilation of texts of mine included in this blog (posts, articles, conferences, interviews, books) related to the LifeLong Learning paradigm, on which I have been working since the 1990s.

Compilo aquí algunos textos míos publicados en este blog (artículos, conferencias, entrevistas, libros) relacionados con el paradigma del Aprendizaje a lo Largo de la Vida, en el cual vengo trabajando desde los 1990s.



▸ En 1996-1998, siendo Directora de Programas para América Latina en la Fundación Kellogg, organicé la Iniciativa de Educación Básica "Comunidad de Aprendizaje", que continué desde el IIPE-UNESCO Buenos Aires (1998-2000). La comunidad local como comunidad de aprendizaje.

▸ En el año 2000, siendo miembro del grupo experto internacional organizado por UNESCO para la preparación de la Década de Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2012), se me encargó la redacción del Documento Base de la Década, el cual fue discutido y aprobado en una sesión especial en el Foro Mundial de Dakar (abril 2000).

Base Document - Literacy for All: A United Nations Literacy Decade (2003-2012). Drafted for UNESCO in 2000.
Documento Base - Alfabetización para Todos: Década de Naciones Unidas para la Alfabetización 2003-2012. Redactado a pedido de la UNESCO en 2000.

Literacy for All: A Renewed Vision (2000)
Alfabetización para Todos: Una Visión Renovada (2000)

Knowldedge-based international aid: Do we want it? Do we need it?. Paper prepared for the International Seminar on "Development knowledge, national research and international cooperation", Bonn, 3-5 April, 2001. Norrag News, Edinburgh, CAS, UK, 2001.

Lifelong Learning in the North, Primary Education in the South?, International Conference on Lifelong Learning “Global Perspectives in Education”, Beijing, China, 1-3 July, 2001 (abridged version).
¿Aprendizaje a lo Largo de la Vida para el Norte y Educación Primaria para el Sur?. Conferencia sobre Aprendizaje a lo Largo de la Vida “Global Perspectives in Education”, Pekín, China, 1-3 julio, 2001 (versión resumida).
▸ "Aprendizaje a lo largo de toda la vida: Un nuevo momento y una nueva oportunidad para el Aprendizaje y la Educación Básica de Adultos en el Sur". Estudio encargado por la ASDI (Agencia Sueca para la Cooperación Internacional), Estocolmo, 2002.
Lifelong Learning in the South: Critical issues and opportunities for adult education. A study commissioned by Swedish Sida. Sida Studies No 11, Stockholm, 2004 (book, PDF)
Justicia educativa y justicia económica: 12 tesis para el cambio educativo. Estudio continental encargado por el Movimiento Internacional 'Fe y Alegría'/ Entreculturas, Madrid, 2005. (libro para descargar)

Literacy and Lifelong Learning: The Linkages. Conference at the 2006 Biennale of ADEA, Libreville, Gabon, March 27-31, 2006. El UIL-UNESCO afirma que ésta fue la primera vez que se vinculó alfabetización y ALTV.

Ciudades educadoras y derecho al aprendizaje a lo largo de la vida. Entrevista con el periódico Ciutat.Edu, Simposio "Ciutat.edu: nuevos retos, nuevos compromisos", Barcelona, España, 9-11 octubre, 2006. Diputación de Barcelona, Área de Educación.

Presentación del libro de Emilia Ferreiro “Alfabetización de niños y adultos: Textos escogidos”. CREFAL, México D.F., 28 febrero 2008.

Niños que trabajan y estudian (Centro del Muchacho Trabajador, Ecuador)
Exposición en la Jornada Internacional "Una propuesta de desarrollo humano que nace desde la infancia trabajadora" organizada por el CMT, Quito, 17 octubre 2008.

Social Education and Popular Education: A View from the South. Closing conference AIEJI XVII World Congress “The Social Educator in a Globalised World”, Copenhagen, Denmark, 4–7 May, 2009.

De la alfabetización al aprendizaje a lo largo de la vida: Tendencias, temas y desafíos de la educación de personas jóvenes y adultas en América Latina y el Caribe. En 2009 preparé, a pedido del UIL-UNESCO, el informe regional para la VI Conferencia Internacional sobre Educación de Adultos - CONFINTEA VI, organizada por la UNESCO (Belém, Brasil, 1-4 diciembre 2009).

From Literacy to Lifelong Learning: Trends, Issues and Challenges of Youth and Adult Education in Latin America and the Caribbean. Regional Report prepared for the Sixth International Conference on Adult Education - CONFINTEA VI, organized by UNESCO. Belém, Brazil, 1-4 December 2009. Report commissioned by UIL-UNESCO.
De la alfabetización al aprendizaje a lo largo de la vida: Tendencias, temas y desafíos de la educación de personas jóvenes y adultas en América Latina y el Caribe. Informe Regional preparado para la VI Conferencia Internacional sobre Educación de Adultos - CONFINTEA VI, organizada por la UNESCO (Belém, Brasil, 1-4 diciembre 2009).

Lifelong Learning: Moving Beyond 'Education for All'. Prepared as keynote speech, Shanghai “International Forum on Lifelong Learning”,  Shanghai World Expo 2010, 19-21 May 2010. UNESCO, the Shanghai Municipal People’s Government, the Chinese Society of Educational Development Strategy (CSEDS) and the Chinese National Commission for UNESCO.

Lifelong Learning: Moving Beyond 'Education for All'. Keynote speech, Shanghai “International Forum on Lifelong Learning”,  Shanghai World Expo 2010, 19-21 May 2010. UNESCO, the Shanghai Municipal People’s Government, the Chinese Society of Educational Development Strategy (CSEDS) and the Chinese National Commission for UNESCO.

On Learning Anytime, Anywhere. Presentation at the "Learning Anytime, Anywhere" session at the World Summit on Innovation in Education (WISE 2011), Doha, Qatar, 1-3 November, 2011.

Youth & Adult Education and Lifelong Learning in Latin America and the Caribbean. Published in LLinE - Lifelong Learning in Europe, Vol. XXVI, No. 4, 2011.
El enfoque de Aprendizaje a lo Largo de Toda la Vida: Implicaciones para la política educativa en América Latina y el Caribe. UNESCO, Documentos de Trabajo sobre Política Educativa, No. 8, París, 2020.
The Lifelong Learning approach: Implications for education policy in Latin America and the Caribbean. UNESCO, Working Papers on Education Policy, No. 8, Paris, 2020.

Otros textos míos sobre ALV en este blog

El derecho de niños y niñas a una educación básica
El Ecuador y el Aprendizaje a lo Largo de la Vida

Aprendizaje a lo largo de la vida no se refiere solo a adultos

Tres maneras de entender "aprendizaje a lo largo de la vida"

El Aprendizaje a lo Largo de la Vida no se limita al sistema escolar
Lifelong Learning is not confined to the school system

Formal, non-formal and informal learning
Aprendizaje formal, no-formal e informal

Saberes socialmente útiles

Goal 4: Education - Sustainable Development Goals
Objetivo 4: Educación - Objetivos de Desarrollo Sostenible

On Innovation and Change in Education

About "good practice" in international co-operation in education

Child learning and adult learning revisited

Educar a los niños o a los adultos: falso dilema

Comunidad de Aprendizaje: Educación, territorio y aprendizaje comunitario
Sucesivas versiones presentadas en eventos nacionales e internacionales.

Basic Learning Needs: Different Frameworks

La biblioteca como núcleo de desarrollo comunitario (Una experiencia en Córdoba, Argentina)

El barrio como espacio pedagógico: Una escuelita itinerante (Brasil)

Children's rights: A community learning experience in Senegal

PISA o PIAAC

La educación de un niño empieza 20 años antes de su nacimiento

The oldest and the youngest | Los más viejos y los más jóvenes

El fracaso alfabetizador de la escuela. Presentación de "La alfabetización de los niños en la última década del siglo" de Emilia Ferreiro

La cercanía del plazo (2015) de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) 2000-2015 y de la Educación para Todos (EPT) 1990-2000-2015 agitó el panorama mundial, llamando a redoblar esfuerzos para tratar de cumplir con objetivos y metas en el plazo estipulado. Ni los ODM ni la EPT lo lograron. La meta para la educación de los ODM - «completar la escuela primaria» (en realidad «supervivencia al quinto grado», es decir cuatro años de escolaridad) - no se alcanzó en muchos países. En cuanto a la EPT, el Informe de Seguimiento Mundial de la Educación para Todos 2012 estimaba que 61 millones de niños y niñas en edad escolar seguían fuera de la escuela, 120 millones no llegaban al cuarto grado y 130 millones lo hacían pero no lograban en ese tiempo aprender a leer, escribir y calcular.

El fracaso alfabetizador de la escuela - que es fracaso del sistema escolar, no de los alumnos individualmente - viene constatándose e investigándose hace tiempo, alarmando y adquiriendo dimensiones dramáticas, con su secuela de sufrimiento, repetición y expulsión escolar para millones de niños y niñas. Al mundo impreso vino a agregarse el mundo digital; a éste se han trasladado, amplificados, los viejos problemas de la adquisición de la lectura y la escritura.

En este contexto y momento es pertinente traer a colación un texto de Emilia Ferreiro, "La alfabetización de los niños en la última década del siglo", escrito en los 1990s, en el que recorrió la frustrante historia de la alfabetización infantil en América Latina y algunos de los retos de cara al año 2000, año en el que arrancó la agenda mundial de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y se decidió extender por 15 años más la Educación para Todos. 

Incluyo abajo la Presentación que hice para el texto de Emilia en 1993, el cual publiqué con su autorización en la Colección Educación del Instituto Fronesis, en Quito.

En un mundo desmemoriado, donde todo parece empezar hoy, sin historia ni antecedentes, es importante recordar que muchos problemas vienen de muy atrás y que, en un asunto tan crítico y fundamental como el de la adquisición y el desarrollo de la lengua escrita en el medio escolar, seguimos mordiéndonos la cola.


Presentación del texto de Emilia Ferreiro
"La alfabetización de los niños en la última década del siglo" 


por Rosa María Torres

Los sistemas escolares y la sociedad en general se han movido tradicionalmente con la idea de que enseñar y aprender a leer y escribir es cosa sencilla. A partir de esa concepción, se ha actuado en consecuencia: al primer grado de la escuela suele asignarse a los profesores nuevos o con menor experiencia e in­cluso a los sin formación docente; en el primer grado se abarrotan los grupos más numerosos de alumnos, sin atención a mínimos requerimientos pedagógicos; el primer grado puede carecer de todo, incluidos los materiales y medios indispensa­bles; el primer grado, en fin, suele tener trato de sótano, sótano que, sin embargo, es el cimiento del edificio educativo. Por eso, es aquí justamente donde deberían ir a parar no los peores, sino los mejores, maestros y maestras.

Típicamente se ha asumido que quien lee y escribe es capaz de en­señar ese saber a otros. En el fondo, todos parecen creer que ense­ñar a leer y escribir es sobre todo cuestión de paciencia, antes que de conocimiento y de especialización. A lo sumo, en el ámbito escolar, se ha asumido que el asunto se resuelve con ayuda de algún texto, manual o cartilla; texto, manual o cartilla que indica, paso a paso, los temas a tocar y las activida­des a realizar, las letras, sonidos, palabras, frases, oraciones y párrafos a introducir, en una impecable secuencia (ascendente o descendente) que no deja lugar a equívoco ni reclama del maestro otro esfuerzo que el de seguir instrucciones al pie de la letra.

La capacitación docente se ha montado sobre estas bases: desde que se inventó el sistema escolar viene enseñándose a los maestros a pensar que la enseñanza de la lectura y la escritura se reduce a la adopción de un determinado método y al manejo de un conjunto de técnicas. En pocos campos de la formación docente debe haber tanta desactualización: entrampados en obras antiguas y polémicas probadamente infructuosas en torno a los innumerables métodos de alfabetización, los futuros maestros pueden graduarse y lanzarse a las aulas sin la preparación suficiente, sin siquiera atisbar veinte, treinta años de investigaciones recientes sobre el tema lectura-escritura (provenientes de campos muy diversos como la Psicología, la Lingüística, la Psicolingüística, la Pedago­gía, la Sociología, la Historia, la Antropología), sin una visión científica del lenguaje como objeto de enseñanza y de conocimiento, sin una comprensión acerca de cómo aprenden los niños a leer y escribir. No debe asombrar, por ello, la anomia metodológica que caracteriza a la enseñanza de la lectura y la escritura en el aula, según lo constatan estudiosos del tema educativo en varios lados: "Los docentes utilizan una gama que oscila entre dos grandes categorías: la metodología tradicio­nal, y lo que podríamos denominar anomia metodológica, que se caracteriza por la no aplicación de ninguna pauta definida, la mezcla de criterios diferentes y, en definitiva, el total desorden desde el punto de vista del manejo del proceso de aprendizaje".[1]

La alfabetización es una de las funciones primordiales atribuidas históricamente al aparato escolar. Durante décadas se dio por sentado que dicha función estaba siendo cumplida y que, en todo caso, cualquier malfuncionamiento era atribuible a los alumnos, a su incapacidad o inmadurez, a sus «problemas de aprendizaje» o los problemas de sus familias. Nos acostumbraron a creer que «analfabetismo» era algo que se aplicaba solamente a los adultos y, en cualquier caso, a aquellos que nunca tuvieron oportunidad de ir a la escuela.

Hoy en día sabemos que nada de esto es así. Investigaciones sobre el proceso de adquisición de la lengua escrita así como evaluacio­nes de aprendizaje llevadas a cabo en varios países muestran que el aparato escolar viene teniendo grandes problemas con la enseñanza y con el aprendizaje de la lectura y la escritura, que la alfabetización inicial es un proceso bas­tante más complejo, rico y creativo que lo que siempre se ha creído. El viejo precepto de «la letra con sangre entra» provoca miedo en lugar de aprendizaje y es responsable en buena medida de generaciones enteras de no-lectores y no-escritores.

En todo el mundo se constata el mismo fenómeno: la repetición escolar se concentra en el primero o en los dos primeros grados de la escuela, a los que se ha atribuido tradicionalmente la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y la escritura. Emilia Ferreiro y muchos especialistas en América Latina hemos venido planteando que el objetivo de la alfabetización no debería limitarse a uno o dos grados sino abarcar la educación primaria e incluso toda la educación básica; lamentablemente, este planteamiento ha tenido escaso o ningún eco en las políticas y reformas educativas. Aprender a leer y escribir sigue apretándose en el primer grado o en los dos primeros grados, y los niños jugándose allí su futuro escolar.

El fracaso alfabetizador de la escuela cobra perfiles dramáticos en América Latina, donde, según la UNESCO, la mitad de los niños que entran a la escuela repiten el primer grado, porcentaje que se eleva al 60% para los niños provenientes de familias pobres. Como resultado de las altas tasas de repetición, los niños latinoamericanos permanecen en promedio 7 años en la escuela, pero en ese lapso sólo logran completar cuatro grados. [2] La UNESCO estima, asimismo, que la mitad de los alumnos que terminan el cuarto grado en esta región no están en capacidad de enten­der lo que «leen», es decir, no logran adquirir un nivel de lectura comprensiva. [3]

Estudios y evaluaciones que vienen realizándose en los últimos años en diversos países han venido a confirmar tales afirmaciones y a mostrar su magnitud. Unos pocos ejemplos:

Chile: los indicadores arrojados por el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), en 1988, mostraron que, en prome­dio y a nivel nacional, los alumnos apenas superan el 50% de los objetivos mínimos en las áreas de lenguaje y matemáticas, tal y como éstas están definidas en los programas de estudio, correspon­diendo a las escuelas subvencionadas rurales apenas un 38.9%. [4]

Ecuador: un estudio de diagnóstico realizado en 1990, aplicando pruebas de lenguaje y matemática a una muestra de 50 escuelas primarias rurales y urbanas, reveló que 50% o más de los alumnos de escuelas públicas (todas las rurales y la mitad de las urbanas) habían logrado un nivel insuficiente de aprendizaje del lenguaje. [5]

México: un estudio realizado en 1989 en zonas rurales y urbano-marginales revelaba que solamente 15% de los alumnos que completan la escuela primaria "han adquirido el lenguaje y dominan su manejo". [6]

Uruguay: un diagnóstico de la educación básica realizado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) reveló que los estudiantes estaban en capacidad de responder satisfactoriamente poco más de la mitad de las preguntas de la prueba de Lenguaje (que incluía Vocabulario, Verbos, Ortografía, Gramática, Compren­sión Lectora y Redacción), resultando que "más de la mitad de los niños son insuficientes en redacción", y el 17% de la población escolar de la capital (Montevideo) "tiene nulos o mínimos rudimen­tos de escritura". [7]

No han faltado iniciativas para atacar el problema. Las empresas editoriales y las empresas jugueteras son las que mejor han sabido aprovechar las debilidades de la alfabeti­zación infan­til. En ningún campo y para ninguna materia hemos visto la proliferación de materiales didácticos que han surgido, en los últimos años, en este rubro.

La educación inicial y, en particular, la educación pre-escolar, viene siendo vista y propuesta cada vez más como una estrategia preventiva, paliadora del fracaso escolar. La rápida expansión de la educación inicial en América Latina y el Caribe en los últimos años se debe, en buena medida, a este intento por preparar mejor a los futuros escolares para la instrucción formal y, de manera específica, para la alfabetización.

En muchos países se han creado programas especiales para los alumnos atrasados, así como para repitentes y desertores. Algunos de dichos programas han adquirido carácter masivo y se han institucionalizado dentro de los organi­gramas de los Ministerios de Educación. Asimismo, dentro de las llamadas políticas de "discriminación positiva", destinadas a com­pensar a los grupos menos favorecidos, han empezado a perfilar­se aquellas destinadas a apoyar a los niños y a las escuelas de sectores pobres con un conjunto de medidas -bibliote­cas, refuerzo escolar, etc.- destinadas a mejorar sus condiciones de enseñanza-aprendizaje de la lectura y la escritura.

Programas com­pensatorios, actividades extracurriculares, escuelas de verano, talleres de aprendizaje, círculos de refuerzo escolar, academias e institutos de nivelación, sistemas de tutoría, profesores privados: toda una red, en fin, de iniciativas públicas y privadas han debido entrar en acción para suplir los vacíos de un sistema escolar que, ya de manera evidente, deja al descubierto su dificultad para hacerse cargo de la alfabetización infantil, particularmente de los niños de sectores populares, es decir, de la inmensa mayoría de los niños y niñas latinoamericanos.

La obra y la contribución de Emilia Ferreiro

En este contexto, la contribución de Emilia Ferreiro cobra una importancia singular. Sus trabajos, basados en años de investigación sistemática y rigurosa sobre los procesos de adquisición de la lengua escrita, han signi­ficado el inicio de una verdadera revolución en el campo de la lectura y la escritura y en el campo educativo en general.

Emilia no nos vende un libro de texto más, ni nos ofrece la ilusión de un método milagroso que, éste sí, será capaz de enseñar a los niños a leer y escribir en un santiamén; ni se propone tranquilizar a los maestros poniendo a su disposición un nuevo manual con orien­taciones y técnicas al alcance de todos. Nos propone, por el con­trario, revisar con sospecha los textos tradicional­mente utilizados para la alfabetización escolar, incluso aquellos vestidos de colores y con ropajes de modernidad; nos hace dudar acerca de viejos y nuevos métodos dados por ciertos y por infali­bles; antes que tranquilizar, busca intranquilizar a la comu­nidad educativa -maestros, padres de familia, planificadores educa­tivos, expertos en alfabetización, autores de textos escola­res, agencias internaciona­les involucradas en el sector educativo- invitándonos a reconside­rar totalmente, radicalmente, las creencias y prácticas tradiciona­les acerca de lo que es enseñar y aprender a leer y escribir.

La obra de Emilia Ferreiro descubre, irrumpe, provoca. Es, en muchos sentidos, irreverente, pues viene a cuestionar las bases mismas de una antigua sabiduría esco­lar reproducida generación tras generación en el aula de clase y en el hogar, en la Escuela Normal y la Facultad de Pedagogía, en el texto escolar y en el manual de formación docente, de maestros a maestros, de maestros a alumnos, de padres a hijos. Leer cualquiera de sus trabajos es aventurarse a dejar atrás viejas cer­tezas, atreverse a repensar todo de nuevo, exponerse a la necesidad de revolucionarse y de revolucionar. Su obra es un llamado a un replanteamiento profundo del tema lectura y escritura: del proceso de enseñanza (un proceso constructivo, eminentemente creativo, no monopolizado por un maestro ni predeter­minado por una progresión de letras o de ejercicios), del objeto específico de la alfabetización (el lenguaje humano en sentido amplio, la lengua escrita, el mundo fascinante de la palabra), y del sujeto que aprende (un niño o niña que sabe mucho antes de llegar a la escuela, que razona y piensa, que aprende de manera inteligen­te y activa, que crea y descubre).

Con la publicación de este trabajo de Emilia Ferreiro en la Colección Educación del instituto fronesis, queremos contribuir - junto con ella - a remover telarañas, a provocar una reflexión profunda y un debate amplio en torno a un tema central, en torno al cual gira en buena medida no sólo la posibilidad del éxito o el fracaso escolar de cada niño y niña, sino el éxito o el fracaso de los sistemas escolares contemporáneos.

Rosa María Torres
instituto fronesis
Quito, 1993

Notas
[1] Rodrigo Parra y Juan Carlos Tedesco, "Marginalidad urbana y educación formal", Proyecto Desarrollo y Educación en América Latina y el Caribe, UNESCO/CEPAL/PNUD, Buenos Aires, 1981.
[2]
CEPAL-UNESCO, Educación y conocimiento: Eje de la transfor­mación productiva con equidad, Santiago de Chile, 1992.
[3]
UNESCO/OREALC, Situación Educativa de América Latina y el Caribe 1980-1989, Santiago de Chile, 1992.
[4] Adriana Delpiano, "Programa de Mejoramiento de la Calidad de las Escuelas Básicas de sectores más pobres en Chile. Una política educativa en la transición a la democracia", en: UNESCO, La gestión pedagógica de la escuela, Santiago de Chile, 1992.
[5]
INSOTEC/CIEDC, Diagnóstico de la realidad educativa primaria rural: Informe Final, Quito, 1990 (mimeo); Banco Mundial, Ecuador: Estrategia del sector social para los noventa, 1990.
[6]
CEE, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, Vol. XXI, Nº 3, México, 1991.
[7] Administración Nacional de Educación Pública - Consejo Directivo Central/ CEPAL, Enseñanza primaria y ciclo básico de educación media en el Uruguay, Montevideo, 1990; CEPAL, Qué aprenden y quiénes aprenden en las escuelas de Uruguay?, Los contextos sociales e institucionales de éxitos y fracasos, Informe al Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, Montevideo, s/f.

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