No hay errores metodológicos; son errores ideológicos

Tapiz bordado por Linhas de Sampa en homenaje a Paulo Freire

"No hay errores metodológicos; son errores ideológicos". Cuando leí esta cita de Paulo Freire, fue un boquete de claridad. Y me vuelve a la mente muchas veces, frente a situaciones educativas, escolares, comunicacionales, de la vida cotidiana.

Quienes pretenden formar docentes necesitan remover y confrontar, analizar prácticas, ejercer vigilancia sobre el lenguaje. De otro modo se corre el riesgo de dejar intactas viejas creencias y prejuicios respecto del tema o temas de estudio. Hay que remover la tierra para sembrar la semilla.

El desprecio adulto por los niños, por su saber, su curiosidad, su imaginación, su capacidad para aprender, no se supera con talleres sobre la importancia del juego. La incomprensión de la infancia es fenomenal entre padres de familia, maestros, políticos, adultos en general. Usar 'infantil' como insulto o descalificación es una de tantas muestras del irrespeto hacia los niños.

El trato discriminatorio, hostil o condescendiente hacia niñas y mujeres está enraizado en la ideología, mucho antes de que se convierta en mala pedagogía. La discriminación hacia las niñas y las mujeres se aprende en primer lugar en el hogar y en la primera infancia, según confirman diversos estudios. El machismo está enquistado en la familia, en el sistema escolar, en los medios de comunicación, en el lugar de trabajo, en la política. Mientras no lo encaremos y analicemos de frente, no habrán dispositivos de "equidad de género" que valgan.

Al maestro o maestra que trata a un estudiante indígena como a un retardado mental, no le falta actualización pedagógica. Lo que le falta, fundamentalmente, es conocimiento, respeto y empatía respecto del mundo indígena, sus lenguas, culturas y saberes. Lidiar con el racismo implica combatirlo no solo en el ámbito escolar sino en el social y en el político. No basta con ofrecer "educación intercultural" o pulir métodos y técnicas de enseñanza.

La desatención y el maltrato hacia las personas mayores tiene una fuerte dosis de ignorancia y de prejuicio en torno a la edad. Los modelos de trato a los viejos se forjan primordialmente en la familia y las relaciones familiares. Igual que el trato hacia las personas con algún tipo de discapacidad.

La dificultad de los maestros para incorporar a las familias y a la comunidad no solo a la vida escolar sino a la cultura pedagógica tiene una larga historia y muchas explicaciones. Es difícil romper con la imagen del maestro autosuficiente, del conocimiento como monopolio escolar.

El desprecio hacia los maestros/docentes/educadores no se resuelve con talleres de capacitación, con becas, incentivos, aumentos de sueldo. No se puede esperar grandes cosas de los maestros si la profesión docente sigue siendo vista como una profesión devaluada. Sigue siendo sorprendente la ignorancia social en torno a las complejidades de la enseñanza y del oficio de educar. 

"Poner al alumno en el centro" se dice fácil pero es muy difícil hacerlo. Contraría la ideología que coloca al adulto por encima del niño, al docente por encima del alumno, al que "sabe" por encima del que "no sabe", a la enseñanza sobre el aprendizaje. El paso "del profesor al facilitador" es un auténtico harakiri y por eso asombra la simpleza con que suele manejarse, como si fuese asunto de decálogos, consignas, pasos metodológicos.

Niños latinoamericanos con cabellos rubios, niños asiáticos con ojos redondos, niños africanos con narices respingadas abundan en los textos escolares, en la televisión y en internet, mientras se invisibiliza (o folcloriza) a minorías y mayorías étnicas que no corresponden al ideario social considerado deseable.

El diálogo y la participación no se producen por decreto. Ni resultan de un breve taller o manual sobre métodos y técnicas. Implican cambios ideológicos, tomas de conciencia, renuncias, descentramiento, empatía, reconocimiento del otro como otro. Es difícil ser democrático y aprender a vivir en democracia.

La educación confundida con escolarización, la idea de que el cambio educativo puede darse "de arriba a abajo" y "de afuera hacia adentro", que no es necesario que la gente participe, que más es mejor (más inversión, más tiempo, más pruebas, más capacitación, más títulos, etc.), que la evaluación automáticamente "mejora la calidad", que buen alumno es el que saca buenas notas, que lo que importa es cuánto se invierte, que hay que empezar la escuela cuanto antes, que escolarizado es lo mismo que educado, que el juego es solo para los niños pequeños, que enseñar es hablar y aprender es repetir, que la repetición escolar está bien, que las tecnologías vendrán a resolver todos los problemas ... son algunas de tantas viejas y nuevas creencias resistentes a la investigación, al conocimiento científico, a la evidencia empírica y hasta al sentido común.

Combatir prejuicios, problematizar cotidianamente la vieja ideología educativa centrada en la enseñanza y en quien enseña, es fundamental para construir una nueva pedagogía para una nueva educación.

Visita a una Unidad Educativa del Milenio (Otavalo, Ecuador)


Unidad Educativa del Milenio Jatun Kuraka, Otavalo, Provincia de Imbabura


Rosa María Torres
Las llamadas Unidades Educativas del Milenio (UEM) son consideradas pilares de la "revolución educativa" que viene impulsando desde 2007 el gobierno de Rafael Correa en el Ecuador. Se consideran el referente del "nuevo modelo educativo" en el país, de la "educación del siglo 21".

Construcciones nuevas, grandes, con equipamiento moderno, funcionando a menudo con dos turnos, que aspiran a ofrecer educación 'completa' (desde pre-escolar hasta el fin de la educación media) en zonas urbanas y rurales. Modelo arquitectónico igual para todos y para todo el país (Sierra, Costa, Amazonía, Galápagos). Modelo educativo centrado en la infraestructura y el equipamiento. Infraestructura nueva,  aunque no innovadora. Modelo pedagógico tradicional.

La primera UEM se inauguró en sep. 2008. Entonces se hablaba de construir 23 UEM en el país. En 2013, a raíz de su reelección, Correa anunció que generalizaría el modelo a todas las instituciones escolares del país, cerrando escuelas comunitarias y unidocentes (multigrado), consideradas atrasadas, para pobres. (Ver, en este blog: Ecuador: Adiós a la educación comunitaria y alternativa).


Andes, 22 nov. 2012

En enero 2014 Correa afirmó - asumimos que basado en algún estudio o asesoría - que "Ecuador requiere 5.000 Unidades Educativas del Milenio para atender la demanda",  900 de ellas de nueva construcción.

Después de 9 años en el gobierno, la bonanza petrolera y la holgura financiera se acabaron, y el gobierno se enfrenta a la necesidad de replantear muchas de sus promesas y planes. Para financiar las UEM el gobierno ha debido ya recurrir a financiamientos de la Corporación Andina de Fomento (CAF) y del Banco Mundial. El futuro de las UEM es incierto, igual que su validez como modelo educativo pedagógica y culturalmente pertinente, su sostenibilidad, su uso efectivo y su impacto real sobre la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en el sistema escolar público.

El breve texto que incluyo abajo lo escribí en 2009. Son impresiones de la primera UEM que visité, la tercera construida en el país. Posteriormente he visitado otras UEM, algunas mucho más grandes y en pleno funcionamiento. Los temas y problemas se repiten; varios nuevos emergen. Cada visita amerita un reportaje específico. Empezamos con ésta.

Un análisis del modelo UEM escrito en 2017 puede verse en: Elefantes blancos: La estafa social de las escuelas del milenio.

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En Otavalo, al norte de Quito, visito la Unidad Educativa del Milenio Jatun Kuraka (Gran Cacique, en kichwa) inaugurada pocos meses antes (abril 2009) con gran despliegue mediático y con la presencia del Ministro de Educación y del Presidente de la República. Por los medios supe que ésta era la tercera UEM construida en el país (de 23 previstas), que costó cerca de 2 millones de dólares (entre infraestrucrtura y equipamiento) y que los alumnos - cerca de 800 - son en su mayoría indígenas.

La UEM se abrió con los primeros siete años de educación básica (desde 1996, en el Ecuador se llama educación básica a 10 años de escolaridad, empezando con un año de pre-escolar). El próximo año se espera ampliar hasta el décimo. La descripción en los medios indicaba que cuenta con 38 aulas hexagonales equipadas con pizarras digitales, cocina, comedor, espacios deportivos, espacios verdes, laboratorio de ciencias, biblioteca virtual, sala de cómputo con 30 computadoras e Internet de banda ancha.

Visita no programada ni anunciada. Me acompaña mi hijo mayor. Cuando llegamos al lugar, pasado el mediodía, los alumnos están saliendo. Al cruzar la puerta encontramos al rector, quien me (re)conoce y amablemente me invita a recorrer las instalaciones.

La infraestructura coincide con lo leído y visto en fotos y en la televisión. El diseño arquitectónico no tiene innovaciones; es el tradicional, estándar, sin concesiones al medio y a la cultura. Llama la atención, sí, la supremacía del cemento.

En las oficinas administrativas hay todavía cajas a medio desempacar. Varias instalaciones, como el comedor o el laboratorio informático, están todavía desmanteladas. En una de las tres aulas que visitamos, el rector le pide a una maestra que me indique cómo funciona la pizarra digital; yo agrego el pedido de que me explique cómo la usa en clase. En pocos minutos resulta evidente que la maestra no sabe usarla. La capacitación todavía no llegó. Entretanto siguen utilizando las pizarras convencionales. ¿Y las computadoras? Se las llevaron poco después de la inauguración pues aún no estaban listas las condiciones para usarlas. Además, nos cuentan que entraron ladrones y se llevaron algunos equipos, dejando en claro - como siempre ocurre en estos casos - la vulnerabilidad de las instalaciones.

Situaciones similares se repiten en otras UEM del país: problemas de seguridad, de mantenimiento, de subutilización, de capacitación, de pedagogía. En términos de infraestructura, éste es palacio comparado con las escuelas públicas y privadas de la ciudad, y con las casas seguramente muy humildes de los alumnos indígenas. Pero la infraestructura, por sí misma, no cambia la pedagogía. La tecnología, si no se usa y aprovecha bien, es adorno y hasta estorbo.

Madres educadoras. Una ceremonia de graduación en un jardín de infantes (Ecuador)


Sábado tarde. Estamos aquí, en esta pequeña localidad rural de San Juan de Morán, para asistir a la ceremonia de graduación de los niños del jardín de infantes. Es un jardín de infan­tes “no-convencional”, parte del Programa Madre-Maestra del Ministerio de Educación del Ecuador, iniciado en 1988 con apoyo de UNICEF. Programas como éste han proliferado en América Latina a cargo de Ministerios de Bienestar Social o de la Familia, muchas veces con UNICEF detrás. Modelos familiares y comunitarios, no institucionales, de atención a los niños pequeños, con las madres como protagonistas.

Están presentes los niños y niñas, las tres madres-­maestras que les a­tienden, la maestra que coordina el programa y las apoya a ellas, los padres de familia, la presidenta del comité barrial, la reina y la ex-reina del barrio, y nosotros, los invitados del Mini­sterio y de UNICEF. Dos perros calle­jeros nos acompañan también en el acto, moviéndose de arriba a abajo por el salón.

El jardín de infantes no tiene local propio. Funciona en la casa barrial. Los niños pasan aquí de lunes a viernes de 8 a 12 de la maña­na. Los viernes al mediodía las madres recogen todo y llevan a sus hijos a casa, y les vuelven a traer el lunes, pues el fin de semana el local se utiliza para actos culturales, asambleas y fiestas de la comunidad.

Todos con sus mejores atuendos. Las niñas lucen vestidos de tul, golas, diademas y lazos en el pelo, medias con florcitas de colores, medallas y cadenas de oro. Los niños, camisas de manga larga, corbatas de lazo, zapatos de charol, pantalones de casi­mir. Algunas niñas con vestidos vaporosos, trajes largos, bordados y enca­jes; otras, al último grito de la moda, con minifaldas, mallas de lana, copetes y peinados alborota­dos, botas.

La mayoría de los padres presentes son madres, y la mayoría de ellas son madres jóvenes. Las hay mestizas y morenas, vestidas a la usanza criolla, con atuendos típicos y trenzas, y las hay modernas, con minifaldas, blue jeans, tacos altos. Solo hay tres hombres. El resto son niños y niñas, sin duda hermanos de los alumnos, que corretean, duermen o lactan en brazos de sus mamás.

La casa-aula comunitaria
El salón es un galpón grande, de material prefabricado, con techo alto y armazón de metal, piso de cemento y grandes ventanales. Muchos vidrios e­stán rotos.

El espacio está dividi­do en dos partes, con un pizarrón en cada extremo. Un lado del salón ha sido ocupado por el jardín de infantes; el otro lado está descuidado, con sobras de material de construcción en el suelo y pare­des semidesnudas.

A pesar de la pobreza, se ven las ganas y el esmero por man­tener esto bonito, agradable para los ni­ños. Pequeñas macetas de plan­tas, láminas y estampas coloridas, recortes de revistas, co­razones, dibujos, un gato amarillo de cerámica, collares de cuen­tas, guirnaldas de papel crepé, mazor­cas de maíz seco, salpican el espacio adornando los vidrios, el bor­dillo de las ventanas, las paredes, el pizarrón. 

Las mesas de los niños son rústicas; las sillas igual. Algunos están sentados en troncos de árbol, a falta de sillas. En la pared del costado está pegada una tira de madera larga que sirve de perchero para las bolsas de aseo de los niños.

Las repisas consisten en una tabla de madera sujeta con un clavo y una piola. Sobre las repisas revistas para recortar. Al costado izquierdo del pizarrón, el boti­quín. Al costado derecho un perchero de cartón encima del cual pue­de leer­se ASEO. Debajo, a altura de niños, un pe­queño espejo.

La sabatina escolar
Los niños han sido agrupados formando un semicírculo con sus me­sas y sillas de cara al pizarrón. Los adul­tos están sentados atrás, en bancas de iglesia seguramente prestadas para la ocasión. A los invitados especiales, las autoridades y las reinas locales nos han reservado la primera banca.

Beatriz, la coordinadora del programa y la maestra a cargo de estas madres-maestras, da la bienvenida y presenta el acto de clausura del año escolar:

- "Este es un trabajo de hormiguitas que hemos venido ha­ciendo día a día. Que­remos enseñarles lo que se ha hecho con los niños. Pido un gran aplauso para mis madres-maestras".

Las aplaudidas son tres mujeres jóvenes, madres de algunos niños y maestras de todos ellos. Madres que asumen el papel de maestras con una primaria completa y un curso de capacitación. Madres-maestras que trabajan todos los días, con horario y obligaciones, sin que se les pague un centavo. Por la pura volun­tad, por el puro amor a los niños.

Los ni­ños tienen entre 4 y 6 años. La mayo­ría inquietos, activos, parlanchines.

Empieza el acto la primera madre-maestra. Reparte a los niños un peda­zo de lana roja y les da sucesivamente la instrucción de que se la coloquen arriba, abajo, al frente y atrás.

Ahora, ¿quién puede hacer un círculo? Los niños ponen la tira de lana en la mesa y tratan de hacer un círculo.

¿Quién puede hacer un cuadrado?. Los niños intentan el cuadrado. Y luego el triángulo. Y el gusanito. Ahora deben guardar al gusanito en el bolsillo.

- "Yo no tengo bolsillo", dice uno.
- "Si quieres, yo te presto el mío".
- "¿Quién tiene un bolsillo grande?", grita uno parado en su silla.

Ahora a levantar la mano derecha, a agarrarse la oreja derecha, la rodilla derecha, el hombro derecho, el pie derecho. Ahora todo igual, pero del lado izquierdo. Ahora subir las dos manos, jun­tarlas, aplaudir.

Ahora van a cantar “Yo tengo una mano derecha”. 

Son niños cola­boradores. Se comportan espontá­nea­mente. No parecen actuar para los visitan­tes. Por el contrario, casi sor­prende ver que no tienen en cuenta al público. Siguen hablando y moviéndose como si estuvieran solos.

Los números
Ahora le toca el turno a la segunda madre-maestra. Pide a los ni­ños que, uno por uno, pasen a identificar, en un conjunto de tar­jetas, los números que ella va nombrando. Luego de identificarlo, el niño o niña debe colocar la tarjeta en la piza­rra, donde está dibujada una escalera con una grada para cada número.

La mayoría de niños quiere pasar a la piza­rra. "Yo, señorita".

Luego dibujan dentro de cada grada el conjunto de ob­jetos que corresponde al respectivo número.

Empiezo a fijarme en Cosme, inquieto como ninguno, disfrazado de señor, que no para de ha­blar, moverse y molestar a los otros. Ahora mismo se acuesta sobre su silla-pupitre. Percibe que le estoy observando y anticipa:

- "Me voy a caer. Pero no me voy a caer durísimo, porque aquisito nomás está el suelo".

Una niña chiquita, sin duda hermana menor de uno de ellos, empieza a llorar. La mamá tiene que tomarla en brazos y sacarla a llorar afuera. 

Ahora empiezan a cantar “Un elefante se balancea”. Como los demás "cantos", a todo pulmón, sin melodía, a gritos.

Leer y escribir
Empieza la tercera madre-maes­tra. Todo está sincronizado. Una actividad sigue a otra, una maestra a otra. Los niños no paran de hacer, bombardeados de instrucciones. Ritmo de sabatina escolar. Ritmo de maestras nerviosas. Ritmo de padres de familia que quieren ver los resultados de todo un año escolar. Pero, ¿qué pasa con el ritmo, los deseos y las necesidades de los niños?

¿Quieren cantar?, les pregunta la maestra. Todos responden que sí. "Cantan" esta vez “Paco Perico”. 

- "Vamos a suponer que por esa puerta entró un duende pe­queñito y le puso pega al piso. Ustedes están pegados, no pueden moverse. Lo único que pueden mover es el cuerpo. Vamos a movernos", instruye la madre-maestra.

Los niños empiezan a mover la cabeza, los brazos, la cintura, los hom­bros, primero rápido, después despacio.

- "Ahora nos vamos a volver enanitos", y los niños se agachan.
- "Ahora nos vamos a volver gigantes", y los niños se levantan y se estiran.

Acabada la calistenia, viene el momento de la "lectura". La maes­tra empieza a sacar unas tarjetas con dibujos y pide a los niños que digan lo que representan y que, acto seguido, hagan lo que se dice en ellas.

¡CAMINAR!                   (Y empiezan todos los niños a caminar)
¡VOLAR!                        (Y hacen como si vuelan)
¡PARARSE!                   (Y se paran)
¡SALTAR!                       (Y saltan)
¡CORRER!                     (Y corren)

Ahora viene otro tipo de tarjetas que ya no representan acciones (verbos) sino objetos, ilustrados con láminas recortadas de re­vistas.

¡NIÑOS!                      
¡RIO!
¡ARBOLES!

- "William, ven aquí y léeme lo que dice en esta oración". La maestra le presenta, en este orden, las tarjetas de NIÑOS, CORRER y RIO.

- "Los niños corren al río", contesta William.

Ahora pasa Wilmer, a quien le enseña las tarjetas de PAJARO, VOLAR y ARBOLES.

- "El pájaro vuela al árbol", hilvana Wilmer.

Luego, con el mismo procedimiento, continúa el descifrado en coro, construyendo otras oraciones a partir de otras tarjetas.

Ahora una actividad de recortado y pegado. La maestra re­parte a cada niño una hoja recortada de revista. Les pide que muevan las hojas para hacer ruido, que se las pongan encima de la cabeza, que se sienten sobre ellas, que las pongan debajo del asiento y, finalmente, que las corten en tiritas. Ahora que las han corta­do, van a hacer una figura de una persona y van a pegar la figura en una hoja blanca que empieza a repartir a todos.

Los niños no paran de trabajar un segundo. No bien acaban de re­cortar, empiezan a pegar, algunos con saliva, sin esperar que pase la maestra con el tarro de la pega. 

Cosme y Janeth, seis años, apenas empiezan a pegar cuan­do la maestra empieza a preguntar quién acabó. Me acerco a ver lo que hacen ambos. Cosme me informa, sin que nadie le pregunte:

- "A mí me van a poner en la escuela".
- ¿Cuándo?
- "El otro día".
- ¿Esto no es una escuela?
- "No, es un jardín”.
- "Se llama Jardín No-Convencional San José de Morán", completa Armando, un niño de 4 años que está al lado, hijo de una de las madres-maestras, con evidentes dificultades para pronunciar el “no-convencional”.
- ¿Qué quiere decir “no-convencional”?, le pregunto.
- "Es el apellido del jardín", me dice sin titubear.

Sin que nadie les pida, ya como parte de la rutina de trabajo, los niños empiezan a escribir su nombre en la parte inferior de la hoja. Con lápices pequeñitos, mochos, se las arreglan. Terminada la figura y escrito el respectivo nombre, cada niño va levantándose a regalar su obra a su papá o mamá.

Janeth escribe lentamente su nombre:

J A N E H T  C A L D R N

Le pido que me lea lo que ha escrito.

- "Ahí dice Janeth Eliza­beth Calderón", me responde, mien­tras recorre con su dedito de izquierda a derecha lo que ha escrito, tratando de llegar a la N final cuando termina de pronunciar su nombre completo. 

Le pido que me indique dónde dice Elizabeth. Me señala la primera palabra y luego, dudosa, la segunda. Le informo que en la primera dice solo JANETH y en la segunda CALDERON.

- "¿Y dónde está ELIZABETH?", me pregunta desconcertada.

Le digo que no está ahí, que debería estar en el medio, que debería haber tres palabras y no dos.

- "Pero yo sí me llamo ELIZABETH", confirma.
- "Pero ahí no está", le insisto.
- "No sé. Yo sí lo puse".

Cuánto bien haría a estas maestras y madre-maestras saber más acer­ca de có­mo aprenden los niños a leer y escribir. No sólo para ayu­darles a aprender mejor, sino para compren­der los razo­namientos y la lógi­ca que están detrás de una conver­sación co­mo la que acabo de sostener con Janeth, y las mil y un situacio­nes similares que se presentan todos los días con niños que empiezan a familiarizarse con la lectura y la escritura...

Para cerrar la sabatina, entra en acción Beatriz. Les pi­de a los niños que se acerquen, se tomen las manos y formen un círculo. 

- "Hoy he venido muy loquita. Todos nos vamos a equivocar. Todos nos tocamos el popó", les dice Beatriz y se toca la cabeza, mientras los niños se tocan lo que corresponde, riendo a carcajadas.
- "Ahora nos vamos a tocar los ojos", y se toca las orejas, mientras los niños automáticamente se lle­van las manos a los ojos. Y vuelven a reírse de la situa­ción.
- "Fíjense que yo me fui donde un panadero y le dije que por favor me hiciera un vestido".
- "!Nooooooooo¡", corean y mueren de risa los niños. Y gritan que hay que ir donde un sastre.
- "Le pedí hace unos días a un mecánico que me hiciera unos zapatos".
- "!Nooooooooo¡", corrigen los niños. Y recomiendan al zapatero.
- "Yo tenía una vaca que me daba unos huevos bien grandes", sigue Beatriz. "Yo tenía un borrego que volaba".

Esta última, sencilla y entretenida, es una actividad diferen­te. Los niños no siguen simplemente instrucciones. Más bien, a­prenden que las instrucciones pueden ser equivocadas, aprenden a pensar antes de actuar, a darse cuenta de que ellos saben muchas cosas, a saber que los adultos pueden no siempre tener la razón.

Y, con el "canto" de “Un conejito muy picarón” termina la sabatina. Se anuncia que los niños deben salir afuera un momento para arreglar el escenario y proceder a la ceremonia formal de gradua­ción.

La ceremonia de graduación                                                                       
Llega la hora de la ceremonia de graduación de los niños que terminan el jardín de infantes. La animadora, una de las madres-maestras, empieza dando lectura al programa.

Primero: Entrada de los niños. Entran los niños, haciendo un tren. Se acomodan en las mismas si­llas, esta vez sin mesas delante y en semicírculo, dando la cara al público. 

Segundo: Himno Nacional del Ecuador Un, dos, tres. Los niños "cantan" el himno, ensordeciendo a to­dos y a sí mismos. Los adultos parecen disfrutar el griterío, como se disfruta todo lo que hacen los niños, to­do lo que hacen los propios hijos. Pero no puedo dejar de pen­sar en este hacer de la confusión entre música y ruido, entre cantar y gritar, una rutina. Una buena educación musical es algo que, sin duda, hace falta en todo jardín de infantes y algo que debería ser parte de la formación de toda educadora parvularia.

Tercero: Palabras de bienvenida de una madre-maestra. La última madre-maestra que trabajó con los niños da una cordial bienvenida a los asistentes, agradeciendo su pre­sencia.

Cuarto: Palabras del Presidente de los Padres de Familia 
- "Señores, muy buenas tardes. Me hago presente aquí para dar agradecimiento a las señoras profesoras y a la coor­dinadora. Agradezco infinitamente. Y eso es todo. Les agradezco bastante", dice un padre joven.

Quinto: Palabras de la Presidenta de San José de Morán. Lee un discurso sobre la importancia de la educación. Pide apoyo del Ministe­rio de Educación y UNICEF para el jar­dín, para construir un local propio. Pide a los padres unión y termina felicitando a los niños, deseándo­les que sean buenos alumnos en la escuela.

Sexto: Ronda de los niños. Divididos los "varoncitos aquí" y las "mujercitas acá", los niños gritan una ronda que habla del coqueteo entre una gata y un gato.

Séptimo: Palabras de la Reina de la comunidad. Imposible oír lo que dice la muchacha. Cosme ha pegado a Armando y éste ha empezado a llorar desconsoladamente.

Octavo: Palabras de la señora Rosa en representación de las madres-maestras de San José del Condado.  Dos madres-maestras de otro jardín de infantes y de otro sector han sido invitadas por las madres-maestras de este sector a la ceremonia de graduación.

- "Los choferes nos ven con niños y no nos traen. Necesita­mos que nos apoyen para el transporte [...] Por no tener lo­cal se nos ha hecho muy duro el trabajo [...] Ha habido veces que nos ha tocado trabajar en la in­temperie, en el agua, en el frío [...] Muchos niños se han retirado por estos pro­blemas, la mitad [...] En el resto del país sabemos que tam­bién hay madres-maestras y quisiéramos que nos lleva­ran a co­nocer cómo es allá, cómo trabajan ellas, o sea una pasan­tía".

Ahora habla Fabiola, la otra madre-maestra invitada.

- "Nosotras hemos aprendido junto con los niños. Al prin­cipio éramos tímidas, al igual que ellos [...] No tenemos dónde trabajar. En nuestras casas somos pobres y no tenemos facilidades. Los dueños de casa se molestan. Los padres de familia les retiran".

Noveno: Entrega de diplomas a los niñosSon 14 niños los que se gradúan. Se aclara que la madre-maestra respectiva va a entregar a cada niño el diploma, mientras el padre o la madre le pondrán la capa y la museta. Capa y museta son de satín brillante, en colores rojo y azul. Entra de inmediato un fotó­grafo en escena.

NELLY LUCIA SIMBAÑA

- "Nelly Simbaña que nunca se baña", se le oye decir a Cosme, rápidamente reprimido por su madre-maestra.

Pasa la madre, le pone la capa y la museta. Se toman la foto: las dos mujeres a los costados y la niña en el medio, sos­teniendo el diploma de cara a la cámara. Las tres sonrientes.

MAYRA ELIZABETH CONDOR

- "¿Cómo se pone esto?", pregunta ner­viosa la mamá, que no atina con el broche de la capa.

MARCIA CRISTINA SIMBAÑA

El fotógrafo pregunta a cada madre si quiere la foto, pero se a­presta a tomarla antes de preguntar. Sabe que ninguna dirá que no. Es parte del negocio. Esta es una ceremonia muy importante y, por tanto, una foto muy importante, para cada una de ellas.

Los aplausos no se dan en el momento de entrega del diploma sino después de la foto.

JENNY ROCIO RIVERA

Ninguna mamá felicita, abraza o besa al hijo o hija. Eso sí, les arreglan el pelo, les acicalan la ropa antes de la foto. Después de la foto, agarran el diploma para tenerlo ellas a buen recaudo.

MILTON FERNANDO CARRERA

Primer papá que pasa adelante. Antes de acercarse al hijo, saluda y da la mano a cada una de las madres-maestras.

WILMER JAVIER FLORES

La mamá entra en apuros para cerrarle la bragueta, pide al fotó­grafo que espere para la foto.

WILLIAM NARVAEZ MENDEZ

El niño empieza a ponerse en pose y sonreír para la foto desde el momento mismo en que le nombran, mientras la maestra le entrega el diploma y la mamá le pone la capa. Imagino la sonrisa congela­da que quedará para siempre recordando esta ceremonia en la foto.

BYRON DARIO JUMBO JUMBO

Pasan papá y mamá. El papá, Presidente de los Padres de Familia, se coloca de inmediato junto al hijo para la foto. La mamá, entre tanto, le acomoda la camisa y le limpia la nariz. Luego, vuelve a su asiento. Habiendo un solo lugar en la foto para padres de fa­milia, el papá asume que el lugar es naturalmen­te suyo.  

COSME ROMAN ENRIQUEZ JATIVA

- "Este es un diablo", me ratifica la madre-maestra a mi lado.

Pasa la mamá, una mujer joven, de apariencia moderna y juvenil. Me dicen que es obrera en una fábrica. Después de la foto, se queda junto con el hijo, sentada en su silla, conversando con él. No vuelve a su asiento de madre de familia.

DIEGO LIZANDRO MINDA

Mientras están en la foto de Diego, la mamá de Mayra se acerca adelante a reclamar: en el diploma dice Mayra Elizabeth y es Mayra Mari­sol. Beatriz le dice que ya lo van a arre­glar.

CRISTIAN CONCHA GONZALEZ

- "Cristian Concha, melcocha", dice en voz alta Cosme. Y vuelve a ser reprimido.

WILLIAM CAZAR CADENA

JANETH CALDERON ORTIZ

MARCELA TATIANA PALLO

- "Un aplauso para nuestros graduados", pide finalmente Beatriz, la coordinadora.

Ahora, empieza la entrega de diplomas a los niños más pequeños, los que se quedan todavía en el jardín.

Décimo: Entrega de presentes a las madres-maestras por los padres de familia.  Una madre de familia entrega a las tres madres-maestras y a Beatriz, la coordinadora, unos pequeños regalitos, con unas palabras de agradecimiento "por lo que se han esforzado para que nuestros niños se eduquen". Ya no es solo ruido lo que cunde en el salón sino franco desorden y desbandada.

Décimoprimero: Recitación "Vacación" por parte de los niños

Vaca vaca vaca
vaca vacación
terminaron las tareas
tengo lista la cometa
la pelota y el avión
mañana ya no vengo
adiós, adiós, adiós.

Décimosegundo: Brindis. Una copa de Champagne Gran Duval, canguil (palomitas, pochoclo) y un pan con queso se ofrecen a todos los adultos presentes. Luego viene la tertulia informal.

Niños y padres empiezan a irse. El salón va vaciándose. Cada familia recoge su caja de cartón con los trabajos manuales hechos por el hijo o hija durante el año, así como la respectiva mesa y silla, que van cargando a cuestas mientras trepan a paso lento por la cuesta de tierra que da al parque princi­pal del pueblo.


* Incluido en: Rosa María Torres, Itinerarios por la educación latinoamericana: Cuaderno de viajes, Paidós, Buenos Aires-Barcelona-México, 2000.

«Rendición de cuentas» no es un monólogo con Powerpoint

Rosa María Torres

Foto: Enlace Ciudadano, Ecuador, 2016.

La rendición de cuentas - deber del Estado, derecho de la ciudadanía - viene extendiéndose en los países con concepciones, rituales y dinámicas muy similares (como muestra una búsqueda de textos e imágenes en Internet con la frase 'rendición de cuentas').

Bueno que se haga; malo que esté aún lejos de ser un ejercicio democrático con participación ciudadana. Por lo general monólogo burocrático-tecnocrático parapetado en Powerpoints, con escenario y con público. Muchas veces show costoso, con despliegue de luces, pantallas, cocktails, arreglos florales, animaciones artísticas ... A menudo, invitados de la propia institución y de otras entidades del Estado, así como de organismos internacionales y del cuerpo diplomático - cuando se trata de informes de la Presidencia de la República u otras altas dignidades - antes que de las organizaciones y movimientos sociales.

Este listado de NOs se inspira en la experiencia latinoamericana y especialmente en la experiencia ecuatoriana. Inicialmente tuits que circulé en Twitter al iniciarse la temporada anual de rendiciones de cuentas en el Ecuador, convertidos aquí en un post (con las ampliaciones que permite un blog en comparación con el reducido espacio de Twitter), confiando en que quizás anime algún tipo de reflexión tanto entre los rendidores de cuentas como entre los rendidos ...

La rendición de cuentas a la ciudadanía:

■ NO cabe hacerla en hoteles cinco estrellas o en auditorios con gran parafernalia en espacios cerrados o bien al aire libre. Este es un mal uso de los recursos públicos, que revela el tono de la gestión y contradice el espíritu de un evento de rendición de cuentas de cara a quienes lo financian: los ciudadanos.


■ NO requiere necesariamente presentaciones en Powerpoint. La ciudadanía llana de no está familiarizada con estos instrumentos (gráficos, infografías, etc.), con su lógica y ritmo. Lo importante es asegurar comunicación. Se trata de ofrecer información más que datos.

■ NO se trata de contar anécdotas personales sino de transparentar información relevante para la ciudadanía.
Los ciudadanos quiren y tienen derecho a saber en todo momento qué se hace con su dinero (el que proviene de su trabajo y del pago de impuestos), cómo se gasta, cómo beneficia su calidad de vida o la de las personas y grupos menos favorecidos de la sociedad.

■ NO consiste solo en informar. Requiere explicar. Esto requiere, a su vez, agendas holgadas, con tiempo para exponer y para interactuar. Supone deshacerse de la jerga, evitar las siglas, huir de los gráficos complejos.
■ NO tiene que ver solo con el uso del dinero (la palabra cuentas confunde). Quien rinde cuentas debe explicar qué se hizo, por qué, cómo, con quiénes, en qué tiempos, con qué resultados, a qué costo, con qué fuentes de financiamiento; qué se cumplió de lo anunciado y qué no; qué pudo hacerse mejor o de otro modo; qué pudo hacerse a menor costo, con similares o incluso mejores resultados. Se trata de someter a consideración pública las políticas, estrategias y medidas adoptadas, su generación, implantación, resultados e impactos.
■ NO se resuelve con un monólogo. Al contrario: supone diálogo, participación, interacción, preguntas y respuestas. La ciudadanía no es público; es interlocutor. No es sujeto pasivo; es sujeto deliberante, con derecho a ser informado, a preguntar, reclamar, hacer sugerencias y recomendaciones. El feedback ciudadano es esencial para el Estado y para la (re)formulación de la política pública.

■ NO es un acto de
propaganda. Debe ser fiel a la verdad, respaldarse con datos, indicar fuentes de información y proveer mecanismos de verificación de dicha información. Demasiado a menudo nos encontramos con que el informe de rendición de cuentas dora los hechos, falsea y oculta datos, en el afán de "quedar bien".

■ NO se limita a exponer logros. Debe informar y hacerse cargo honesta y autocríticamente de los errores cometidos, los problemas encontrados, las limitaciones de la gestión, la superposición o duplicación de esfuerzos, el dinero mal usado o despilfarrado, los casos identificados de corrupción, etc.

■ NO debe verse como un ejercicio de defensa. Es, fundamentalmente, un ejercicio de responsabilización pública de lo hecho desde la respectiva entidad y función, y de las consecuencias - sociales, financieras, etc. - de esa actuación.

■ NO basta con colocar datos o informes en un sito web institucional. El Estado debe asegurar que dicha información se ubique fácilmente, sea relevante y esté actualizada. Y alentar a la ciudadanía a buscarla y a usarla.


■ NO es un acto que se realiza una vez al año. Debe ser un proceso permanente, presencial o virtual, a través de los medios y aprovechando las herramientas digitales disponibles en la actualidad (sitios web, redes sociales, correo electrónico, etc.), alimentado a su vez desde un proceso ciudadano permanente de vigilanca, monitoreo y contraloría social para asegurar dicha rendición de cuentas.

■ NO es un ejercicio necesariamente festivo. Entendida como obligación del Estado y como derecho ciudadano, como sinceramiento de la gestión, la rendición de cuentas es un ejercicio de comunicación responsable y crítico, que implica ceder la palabra y el protagonismo a la ciudadanía, con todas las consecuencias que puede tener un proceso democrático de esta naturaleza.

Para saber más
» No hay errores metodológicos; son errores ideológicos
» El Ecuador en las pruebas del LLECE (SERCE y TERCE)
» Rankings y ranking-manía

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