No hay revolución educativa sin revolución docente y sin diálogo social


Publicado en Revista Vanguardia, Quito, 27 octubre 2009

“El gobierno y la UNE hacen las paces” titulaba un diario capitalino (8 octubre 2009) al día siguiente de la reunión en el Palacio de Gobierno entre dirigentes del magisterio y el Vicepresidente Lenin Moreno como culminación de la “toma de Quito” organizada por la Unión Nacional de Educadores (UNE).

Marcha y reunión marcaron el fin del paro nacional que duró 23 días, precedido de varios meses de guerra abierta entre el gobierno de Rafael Correa y sus ex-aliados UNE y Movimiento Popular Democrático (MPD).

Las palabras diálogos y acuerdos copaban los diarios desde el 5 de octubre, día de la reunión entre la dirigencia indígena y Rafael Correa a raíz de la movilización nacional de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador Indígenas (CONAIE) y los enfrentamientos que dejaron varios heridos y un muerto. No obstante, el alivio nacional creado por diálogos y acuerdos duró poco. Correa continuó fustigando a indígenas y a maestros.

Ambos acuerdos, con indígenas y con maestros, incluyeron seis puntos para continuar el diálogo. En el caso del magisterio los temas fueron escalafón, carrera, jubilación y evaluación, así como la nueva Ley de Educación. Como concluía el Vicepresidente Moreno, la lectura del acuerdo dejó claro que: “Nos hubiéramos ahorrado estos incidentes si hubiésemos tenido un diálogo fluido (...) Espero que nunca más se someta al magisterio al escarnio”. Dura y frontal crítica a Correa.

El acuerdo gobierno-UNE fue muy pobre, ratificando el carácter gremial y reivindicativo de las protestas y propuestas de la UNE. Después de dar guerra a la evaluación docente, denunciándola como ilegal e inconstitucional, la UNE terminó aceptándola, contentándose con alguna benevolencia frente a los castigos anunciados y con la posibilidad de opinar en torno a leyes cuyas reformas comprometen cuestiones gremiales.

El gobierno, por su lado, logró imponer no solo como innegociables sino como indiscutibles asuntos como la (discutible) evaluación docente y su (también discutible) vinculación con la mejoría de la calidad de la educación. “La evaluación va, porque va” repitió Correa una y otra vez, posiblemente ignorando que la “evaluación del desempeño docente” y el “pago por mérito” son viejas banderas del Banco Mundial, parte de su receta para la reforma educativa en los “países en desarrollo”.

La ausencia de debate y la chatura de los acuerdos obliga a ubicarse en una perspectiva superadora. Así como el agua y los recursos naturales son asunto no solo de los indígenas sino de todos, la educación también es asunto de todos y también asunto de vida o muerte. Es necesario afianzar y al mismo tiempo abrir el debate sobre la educación más allá del magisterio y del gobierno, involucrando a toda la sociedad. 

Sería miope, una vez más, ver el fin del paro solo como el retorno a la normalidad en las aulas. Es preciso aprovechar el momento y las lecciones que deja este largo conflicto para rectificar y aceptar de una buena vez que el cambio educativo no puede hacerse desde arriba, en base a leyes y decretos, sin participación social y a espaldas a los docentes. La reforma educativa convencional – vertical, autoritaria, tecnocrática, "experta" - ha fracasado en todo el mundo.

No es posible “revolución ciudadana" sin “revolución educativa” y ésta sin “revolución docente”. No hay infraestructura ni computadoras ni pizarras digitales que compitan con un buen docente. Esto va mucho más allá de mejoras salariales, de esporádicos cursos de capacitación, o de las trilladas fórmulas de "evaluación de desempeño" y "pago por mérito". Implica repensar la profesión y el rol docentes; invertir fuertemente en aprendizaje docente antes y durante el ejercicio de la profesión, y a través de múltiples vías; selección, motivación y preparación rigurosas de los aspirantes al magisterio; y, como sustento de todo esto, construir condiciones para volver a hacer de la docencia una opción atractiva y estimulante, antes que la profesión devaluada, crecientemente compleja, ingrata y acosada que es en la actualidad.

* Para un seguimiento detallado del proceso y el conflicto en torno a la evaluación del desempeño docente ver mi blog Ecuador: La batalla por la evaluación docente.

Otros textos míos en este blog
- El currículo propone y el profesor dispone
- Sobre educadores, buenos educadores y profesionalización
- Por qué voté en blanco por el Plan Decenal de Educación en la Consulta Popular de 2006 convocada por el gobierno de Alfredo Palacio




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